Los taxistas de Castellón lo tienen claro: "Preferimos perder dinero a arriesgar la vida o tener que lamentar una agresión", decían ayer consternados porque el suceso de Bilbao "puede pasar en cualquier lugar".

Muchas veces, incluso niegan el servicio a aquellas personas que sospechan que pueden causarles problemas: "Cuando llevas un tiempo en el taxi, adquieres una psicología del cliente y optas por subirlo o simplemente irte", comentaban en un grupo Carlos Rovira, José Manuel Borrego o José Rodríguez, entre otros taxistas.

A pesar de este sexto sentido, el colectivo lamenta de "tres a cuatro agresiones fuertes cada año" en Castellón y, entre ellas, Miguel Ángel de la Rosa contaba cómo un cliente le intimidó con dos jeringuillas durante un servicio de noche: "Tuve que saltar corriendo del taxi". A Eloy también le dieron "puntadas de navaja", aunque más grave fue el asalto a Pepe El cañero: "Me atracaron en Santa Quiteria y me tuvieron que poner hasta dos puntos. Cuando estábamos ya llegando al sitio, me dieron dos pinchazos en la espalda y en el cuello y me dijeron que parara y les diera el dinero, las tarjetas y las llaves". Al final, tuvo suerte porque los perros de una casa cercana ahuyentaron a los atracadores. "Eran dos españoles y no sospeché". Mientras, Antonio Reolid tuvo sangre fría y durante un atraco en el Barranquet "conseguí pillarles desprevenidos y me lancé contra ellos, pero, otro día, saldría corriendo".

Vicente Asensio añadía que se ha visto obligado a echar del taxi a clientes. "Nada más subir me pidieron un cigarro porque se habían dejado el tabaco y la cartera en casa", decía.

Desde hace siete meses, se han incorporado mujeres al colectivo de Castellón. Sandra López y Coral Esteban no hacen turnos de noche porque son más peligrosos aunque confiesan que "no pensamos en lo que nos pueda pasar, sólo salimos a trabajar y punto".