Francisco Socarrades, vicepresidente de Ashotur y propietario hotelero, ha sido uno de los muchos empresarios del sector turístico que se acogieron al proceso extraordinario de regularización. A modo de favor, decidió legalizar a un joven rumano para que se encargara del mantenimiento del hotel y que anteriormente no trabajaba para él. De esta manera, presentó toda la documentación en febrero, pero el proceso no culminó hasta septiembre. "Me encontré con siete u ocho meses sin poder dar un servicio y el chico sin empleo, pues no me puedo arriesgar a tener un trabajador irregular", indicó.

Y es que, según recordaba Socarrades, el hotel cerraba sus puertas en octubre. "Dado que la temporada turística es corta y que el empresario hace un esfuerzo por contratar a un trabajador, debería haberse agilizado la tramitación", dijo.

Finalmente, su asesor laboral consiguió llegar a un acuerdo con la Seguridad Social, de modo que los seis meses mínimos exigidos por la ley los ha dividido en dos fases, la primera de septiembre a noviembre.

Ahora, el joven ha marchado a Rumanía a pasar las Navidades con su familia. Así, Socarrades explica que, como necesita a un empleado de mantenimiento para el año que viene y teme no encontrarlo, ha preferido hacerle un nuevo contrato.

De esta forma, en febrero se reincorporará a su puesto y estará encargándose de tareas de mantenimiento hasta octubre.

"Es muy buen chico y formal. Estoy contento con él. El único problema es que no habla muy bien el castellano, pero poco a poco lo aprenderá. Yo lo llamo Eugenio", explicaba Socarrades, afectuosamente.

En su opinión, el proceso de normalización le ha parecido "muy correcto", porque, todos los trabajadores tienen que estar regularizados y el que viene de fuera debe contribuir con sus impuestos al mantenimiento del sistema. Eso sí, cree que la Administración debería haber agilizado los trámites.