La intimidad que ofrecen a los clientes y, sobre todo, la posibilidad de eludir (por parte de las redes extranjeras dedicadas a la prostitución) la presión policial que se ejerce en los clubs y en la calle explica la proliferación de pisos de citas en la provincia, donde ya existen cerca de un centenar, como explican la policía y oenegés.

Muchas de las mujeres se anuncian en las páginas de contacto: pagan un porcentaje a la dueña del piso por insertar el anuncio en prensa sobre los servicios que prestan en una vivienda, la misma donde reciben una veintena de compatriotas.