El grueso de los usuarios de los centros especializados en atención a la tercera edad de carácter privado de la provincia de Castellón son mujeres. En concreto, y según datos de la Asociación de Residencias Privadas de la Comunitat (Aerte), el sexo femenino representa el 80%. Solo dos de cada diez son hombres.

Y la razón hay que buscarla en que las mujeres viven más años. "Ellas tienen una mayor esperanza de vida y muchas de nuestras usuarias son viudas", explican en una residencia de la tercera edad de la capital de la Plana.

Aerte tiene en Castellón 10 centros asociados, con 770 plazas autorizadas, lo que supone cerca de un 70% de los centros y plazas privadas de la provincia. "El perfil medio de nuestros usuarios es el de una mujer con una media de edad de 82 años", apunta María Jesús Cabezón, gerente de la asociación. El 16% de las pacientes tiene un nivel de dependencia leve, 60% dependencia media, y un 24% alta.

Para poder costear el precio de una plaza en una residencia privada muchos centros dan la posibilidad al usuario de suscribir con una entidad financiera la llamada hipoteca a la inversa. "Se trata de una fórmula cada vez más extendida", aseguran desde la residencia Novaire.

¿EN QUÉ CONSISTE La hipoteca inversa es una forma que tienen los jubilados para convertir en dinero su vivienda sin perder su propiedad. Para poder beneficiarse de este servicio no se exigen ingresos mínimos, aunque sí que el titular no tenga otros créditos hipotecarios. Dependiendo del valor por el que se tase la vivienda y de la edad del titular --70 años como mínimo--, se establece una cantidad para las cuotas mensuales que percibe el beneficiario, de la que se restan los gastos de gestión.

Cuando el beneficiario fallece, los herederos deben afrontar la deuda adquirida, más los intereses, formalizando otra hipoteca o vendiendo la vivienda y liquidando lo que se debe al banco. Si no hay herederos, la propiedad pasa directamente al banco.