El incendio que ha sacudido el interior de la provincia de Castellón desde el pasado martes llega a su fin y deja a su paso cientos de testimonios que ponen de manifiesto la tensión y los malos momentos que han vivido los cientos de efectivos que han velado por la seguridad de las seis localidades pasto de las llamas.

"Siempre llegas convencido que con el paso de las horas el fruto de tu trabajo reducirá el fuego, pero, en esta ocasión, ha pasado lo contrario". Estas palabras de un miembro del Cuerpo de Bomberos del Consorcio Provincial resumen el sentir de unos operarios que han luchado en condiciones meteorológicas muy adversas día y noche para erradicar las llamas desde el pasado martes.

"Durante los primeros días sentimos una sensación de tremenda impotencia; después de más de 30 horas sin dormir, dan ganas de llorar ver cómo has ahogado un fuego y una racha de viento hace que las llamas te pasen por encima", reconoció otro miembro de la misma brigada.

El viento, el enemigo

En los mismos términos se expresó un operario de la Unidad Militar de Emergencia (UME), quien afirmó que el calor y, sobre todo, el viento, que llegó a rachas de 60 kilómetros por hora durante dos noches, retrasaron mucho sus labores. Precisamente, esta unidad es la primera vez que ha actuado en la provincia. "Nunca hasta ahora había pisado Castellón y no me ha gustado nada visitarlo por este motivo", señaló.

Además de los efectivos que continúan trabajando en el incendio, también hay que tener en cuenta el servicio sanitario que hasta ahora se ha mantenido en todo momento alerta para atender cualquier golpe de calor o lesión de los operarios. "Afortunadamente, no he tenido que actuar en ningún momento pero sé que mis compañeros tuvieron que atender a un militar por un golpe de calor", declaró un conductor de ambulancia.

Damnificados

Estas historias se entrelazan con las de los vecinos de las localidades afectadas por el fuego, relatos dramáticos en algunas ocasiones. Un ejemplo se encuentra en un matrimonio belga que ha visto cómo las llamas han devorado su masía situada en el término de les Useres, junto a su ganado. Sebastian Deschants y Lisbeth Vranken calculan que han tenido unas pérdidas por valor de unos 15.000 euros.

Otros ciudadanos en cambio, han tenido mucha más suerte, aunque han visto el peligro muy cercano. "Hice más de quince viajes al mirador del pueblo, porque mi masía está justo detrás de donde estaban las llamas, pero vi que afortunadamente el viento cambió. Pese a ello, todavía sigo preocupado", explicó Manolo Colau, vecino de Llucena.

En el mismo sentido se mostró Amelia López, también de Llucena, quien aseguró que lleva más de un día sin comer.

Estampa desoladora

Por otra parte, todos los afectados coinciden en señalar la imagen desoladora que ha dejado el fuego a su paso. "Cada vez que miro el panorama se me pone la piel de gallina. Esta desgracia no tiene nombre", explicó Lourdes Vera.