Ya está. Ha ganado, dicen, el cambio. Los socialistas valencianos ya tienen nuevo referente tras el paréntesis de un año gobernados por la gestora de Joan Lerma que ayer, por cierto, no tenía muy buena cara. Jorge Alarte asume el mando de un partido dividido --al menos al 50% como ha quedado demostrado--, sin mensaje, desconectado de la sociedad y de la gente de la calle, de ahí su largo purgatorio de años en la oposición. A Alarte trabajo no le va a faltar y necesitará mucha ayuda, de los que le apoyan y de los que ayer no le votaron. Por eso será importante ver hoy los apoyos que recibe su propuesta de ejecutiva porque de ello depende buena parte de su éxito futuro. No albergo ninguna duda de que Ximo Puig tendrá una actitud noble con su rival en el congreso, pero no pondría la mano en el fuego por otros que le han apoyado y que ven amenazadas ahora sus expectativas.

En clave castellonense, lo de ayer no hará sino aumentar la confrontación entre los dos bandos. Viene un congreso provincial con los municipalistas de Juanma Calles y Enrique Navarro repletos de moral por la victoria de Alarte, pero en una provincia donde tiene mayoría Puig. Falta por ver este triunfo de Alarte a cuanta gente arrastra. ¿Cuántos seguirán fieles a Puig? La batalla empieza ahora. Primero el provincial, pero después la guerra se instalará en el grupo de la Diputación, donde Francesc Colomer está en minoría con los de Navarro.