Antes de que llegue la sonrisa de la suerte debe haber siempre algunas lágrimas de desgracia. O eso parecía al menos en el bar Juventus de la Colonia Vidal, monumento al pasado textil en Puig-reig, pueblo barcelonés donde el 10.104, el tercer premio, repartió ayer casi 50 millones de euros. El mismo número también se vendió, aunque menos, en Barcelona y, en la misma provincia, en Sant Joan de Vilatorrada y en la antigua T-2 del aeropuerto de El Prat, en el que la administradora Leonilda Santos espera el traslado a la T-1. Las otras localidades agraciadas, ya fuera de Cataluña, fueron la asturiana Corvera de Asturias, la cántabra Torrelavega y Madrid.

Si Puig-reig derritió la nieve del lunes con los millones del martes, fue en buena parte gracias a Dolors Moreno, Loli para las amigas, que desde la barra del Juventus en Cal Vidal comenzó a vender en julio un "número feo" que estuvo a punto de devolver. Al final, vendió 300 décimos, 15 millones de euros en premios, entre las 15 familias de la colonia y los visitantes --asiduos o esporádicos-- de un bar del que se hizo cargo hace solo un año. El resto lo devolvió a la administración número 1 de Puig-reig, que repartió aún más la fortuna.

¿Quién le iba a decir el lunes por la noche que 12 horas después descorcharía botellas de cava? "El lunes estaba llorando, ya no aguantaba más", cuenta su amiga Diana Milena Alzate, con un décimo premiado. Al mediodía, le habían cancelado la reserva para una comida de 45 personas; culpa de la nieve. "Había estado todo el fin de semana preparando la comida para nada", decía ayer martes Dolors .

¿Más desgracias? La de Liliana Estrada que allá por julio lloraba en el bar. "Me acababa de dejar mi marido cuando llegaron ya los números de Navidad. Fui la primera en comprar uno".

¿Más? En la misma barra, Josep Amado y Rosa Simón acababan de visitar a su hija en el hospital de Berga: por una caída en la nieve se había fracturado el lunes la tibia y el peroné. Josep reparte una publicación gratuita y siempre deja algunos ejemplares en el bar Juventus. Compró dos décimos y le regaló uno a un amigo. "Fue quien me llamó esta mañana para cantar el premio y darme las gracias", dijo.

SITUACIÓN EN EL MAPA La fábrica textil de Cal Vidal cerró en 1981 y un plan para reformarlo está parado. "Cogí el bar con la idea de que aquí vendrían a vivir más personas que las de ahora, la mayoría jubilados de la fábrica", decía Dolors, mientras acababa de llegar su marido, Josep Méndez, tras volar con dinamita unos terrenos en Arbeca (Lleida) para el canal de Segarra. ¿Lo mejor del 10.104 y sus propios tres décimos? "La publicidad; espero que la gente sepa ahora dónde estamos". Y mientras, seguía trabajando, cocinando unas estupendas patatas enmascaradas destinadas a una mesa grande.