Se acabaron los experimentos con políticos bisoños y las frivolidades dictadas por el márketing. José Luis Rodríguez Zapatero le ha visto las orejas al lobo de las encuestas y ha formado un nuevo Gobierno, más experimentado y de fuerte componente político, ejecutando el cambio que desde hace meses le reclamaba la mayoría de los dirigentes de su partido.

Tras el pacto con PNV y CC que ayer permitió la aprobación de los presupuestos y le garantiza la estabilidad en lo que queda de legislatura, Zapatero ha puesto en manos del incombustible Alfredo Pérez Rubalcaba la tarea de pilotar como número dos del Gobierno la remontada de aquí a las elecciones, mientras el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, le deberá acompañar desde el partido como secretario de Organización. Dos políticos curtidos con muy buena valoración entre la opinión pública y con gran capacidad para "explicarse", como apuntó ayer Zapatero, serán los encargados de ponerle la cara y la voz al Gobierno y al PSOE a partir de mañana.

TENSAS RELACIONES Rubalcaba, principal inspirador de la remodelación, va ser también su más directo beneficiario, al convertirse en el hombre fuerte del Ejecutivo como vicepresidente primero y portavoz en sustitución de María Teresa Fernández de la Vega, la principal sacrificada por el cambio. Zapatero estaba satisfecho de su labor en la coordinación de los asuntos ordinarios del Gobierno, pero a De la Vega le faltaba ya la autoridad para imponerse al resto de pesos pesados del Ejecutivo (Rubalcaba, Salgado, Blanco, Chacón y Chaves), con los que mantenía tensas relaciones.

El papel de la vicepresidenta como portavoz era muy criticado por casi todo el entorno de la Moncloa. Esta será la principal tarea que deberá abordar Rubalcaba. Enderezar la maltrecha política de comunicación del Gobierno, plagada de anuncios, contranuncios y desmentidos. Zapatero le ha impuesto también, probablemente contra su voluntad, seguir en el Ministerio del Interior para culminar la demolición de ETA que con tanto éxito ha gobernado hasta hoy.

SUPERMINISTERIO El ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, ha sido también uno de los inspiradores de la crisis, pero el resultado final no se ha correspondido del todo con sus expectativas. Muy crítico con el papel de De la Vega y Leire Pajín (secretaria de Organización del PSOE cesante), Zapatero ha acabado aceptando sus argumentos, pero ha elevado a Pajín a un superministerio que suma Sanidad, Política Social e Igualdad. Y en el partido, el presidente ha descartado a los candidatos que Blanco le había propuesto (Elena Valenciano y Antonio Hernando), designando a Marcelino Iglesias, con el que Blanco mantiene poca sintonía.

El cambio de Gobierno contiene también otras lecturas, y el guión vasco no es la menor de ellas. No es casualidad que, tras el pacto de legislatura con el PNV y los movimientos del mundo aberzale ante la agonía de ETA, el nuevo ministro de la Presidencia vaya a ser Ramón Jáuregui, que compartió gobierno con los nacionalistas vascos en aquella alianza PNV-PSE. No es tampoco casual que ayer valorara por vez primera en positivo el aggiornamento aberzale.

PERFIL DE IZQUIERDAS La incorporación de Rosa Aguilar, exdirigente de IU, al desdibujado Ministerio de Medio Ambiente, y de Valeriano Gómez, un exsecretario general de Empleo que participó en la marcha sindical contra la reforma laboral, a Trabajo, reforzarán el debilitado perfil de izquierdas del Gobierno. Los sondeos alertaban de que la mayoría de las deserciones se producían en ese flanco del electorado desde la aprobación de las medidas de ajuste y de la huelga.

Zapatero ha buscado lanzar también un mensaje de austeridad. Así ha de entenderse la supresión de Vivienda (pasa a depender de Fomento) e Igualdad. Poco han durado ambos experimentos. Su eliminación había sido reclamada por el Congreso.

También se ha plegado el líder socialista a la presión de la opinión pública al relevar de Exteriores a un Miguel Ángel Moratinos muy desgastado por su escasa habilidad para la comunicación. Su sustituta, Trinidad Jiménez, ha recibido un premio a su disciplina y lealtad, al aceptar el encargo de batirse por Madrid contra Tomás Gómez.