Viven conectados. Hasta en vacaciones, son muchos los castellonenses que no saben vivir sin entrar en el Facebook o en Tuenti o tuitear con sus amigos, ya estén en la playa, tomando algo en una terraza o dándose un baño en la piscina. Hay quien aprovecha los descansos en sus trabajos para conectarse y estar en línea con otros internautas. Es el caso de Daniel Caula, que trabaja en el aeródromo del Grao de Castellón, pero que aprovecha “los minutos del almuerzo, de la comida o un paréntesis en sus labores” para “revisar el correo electrónico, hacer gestiones bancarias on line o, simplemente, navegar”. Y para ello se traslada a una terraza frente al Pinar de Castellón, donde hay wifi y puede tener acceso gratuito para navegar todo el rato que quiera. “Me tomo un cafetito y veo el mail; después, si vengo a comer, me conecto de nuevo a ver qué me cuenta la familia y los amigos que están fuera; e incluso voy controlando la cuenta bancaria”. Él dice: “La única diferencia es que, mientras hago todo esto, puedo tomar el sol”.

SIN EDAD // No es el único. Resu, de Teruel, viene un mes a su apartamento del Gurugú. Desde allí se informa de qué pasa en casa a través de internet. “Vengo cada día en bici, leo los periódicos y me conecto, y después me doy un baño”, explica esta mujer, ya jubilada, que lleva su propio ordenador.

Aina Garcia y Andrea Carpio son compañeras de clase y de playa. Mientras una tiene que ir a las zonas wifi de Benicàssim para poder acceder a internet, la segundo está conectada “casi todo el tiempo que estoy en casa”. “Veo el correo, el Messenger y busco cosas que me interesan, para mis clases y para el curso próximo”, explica esta joven. Y no pierden el tiempo en la piscina, pues, entre chapuzón y chapuzón, entran en internet. Laura Branchar y Karina Josep captan, desde su jardín, una de las zonas wifi del Torreón, y la aprovechan. “Bajamos al jardín, y en la hamaca, vamos viendo sin necesidad de conectar nuestro USB al ordenador; y además tenemos una cobertura perfecta”.

No es nada raro, en las terrazas de las cafeterías ver a jóvenes que, a través del móvil, chatean con los amigos en Facebook, y se conectan con el mundo al sol que más calienta. El uso de las nuevas tecnologías de la información no tiene edad, y los más mayores ya se han introducido. “Mi nieta nos ha pedido que hagamos un libro de viajes a través de Facebook, para mantenerla informada de la paella que nos comemos o del lugar privilegiado que tenemos en la playa”. Lo dice Teresa Folch, de Barcelona, que está en Benicàssim de vacaciones. H