Los castellonenses continúan confiando, y masivamente, en las cajas rurales a la hora de poner sus ahorros a buen recaudo. En pleno proceso de reestructuración del sistema financiero español --el jueves se anunció que Ruralcaja y Cajamar se constituirán en una sola firma-- la radiografía del negocio revela que casi un tercio de la cuota del mercado financiero provincial (exactamente el 27,06%, 3.444 millones de euros, de un total 12.728) continúa estando en alguna de la veintena de entidades que operan en la provincia, algunas de ellas desde hace décadas, una tasa que es más del doble que la media autonómica, que se sitúa en el 12,42%, y que quintuplica la media nacional, ámbito en el que las cajas rurales acaparan únicamente el 6,55% de los depósitos.

Fuentes del sector cooperativo defienden que es este factor, su antigüedad o tradición, unido a otros, como la proximidad --todas ellas se siguen denominando con el nombre de la localidad en la que se asientan y donde vive el grueso de sus socios--, los que explican esta fidelidad entre los usuarios, que siguen recurriendo a sus servicios a la hora de guardar su dinero o obtener diversos servicios financieros. No en vano, hay casos, como el de la Caja Rural Castellón San Isidro, que se remontan al año 1903.

AGUANTANDO EL TIRÓN // Esta fidelidad se ha mantenido invariable durante los últimos años, un periodo en el que el auge de la actividad económica hizo que bancos, y especialmente cajas de ahorro, ganaran una mayor cuota del negocio, fundamentalmente gracias a que ofrecieron buena parte de los créditos hipotecarios solicitados, operaciones que muchas veces llevaban aparejadas la domiciliación de la nómina.

En el año 2007, uno de los años pico en el dinamismo de la actividad económica, los depósitos acaudalados en las cajas rurales de la provincia de Castellón significaban el 30,38% del negocio, según datos del Instituto Valenciano de Finanzas, es decir, apenas tres puntos más que en la actualidad, a pesar de que las ofertas para atraer a nuevos clientes por parte del resto de enseñas financieras era “muy fuerte”.

Rafael Carrau, subdirector del Grupo Cajas Rurales del Mediterráneo (CRM), que aglutina a 15 entidades rurales de la Comunitat, siendo Ruralcaja la enseña que lidera el grupo --surgida, entre otras, de la fusión con la castellonense Caja Rural Credicoop--, declara que, “en los años de bonanza económica nos tachaban a las cajas rurales de conservadoras, pero ahora, con la crisis, se ha demostrado que nuestro modelo no estaba equivocado”.

De hecho, todos los expertos financieros y economistas coinciden en resaltar que las cajas no están sufriendo el rigor de la crisis en sus resultados porque “su exposición a los activos inmobiliarios es relativamente pequeña”, a diferencia de las cajas de ahorro --véase CAM o el Banco Financiero y de Ahorro, la matriz de Bankia-- y de los bancos --el Banco de Valencia--, que ahora se están viendo obligados a hacer fuertes aprovisionamientos de fondos para afrontar la avalancha de impagos que se están produciendo, y poder asumir la cantidad de activos que han pasado a su cartera, ahora con difícil salida.

En esta misma línea, los diferentes directivos consultados recuerdan que las rurales no están en el punto de mira del Banco de España, que no les ha impuesto “deberes” ni obligado a reestructurarse con la intención de asegurar un core capital mínimo.

¿EL FUTURO? // Pese a la relativamente cómoda situación que están viviendo las cajas rurales, los consejos rectores de las cooperativas de crédito no están dispuestos a dejarse comer terreno frente a un mapa financiero que está dando paso a la constitución de grandes grupos financieros, primero con la conversión en bancos de las cajas de ahorro, y luego, con fusiones y compras entre ellas. Por eso, las rurales han iniciado un proceso de integración en Cajas Rurales Unidas para así poder aglutinar a todo el sector. H