La paz que parecía imposible llegó a primeros de año. Después de varios años de guerras por el tratamiento de las basuras, sobre todo, en el norte de la provincia, la puesta en marcha de la planta de Cervera acalló la discordia que había enfrentado a partidos y municipios de Castellón e incluso de Alicante.

Los incumplimientos del plan integral de residuos y los retrasos en la construcción de las instalaciones previstas son el origen de una situación que se desbordó. Los 49 municipios de la zona 1 --a excepción de Vinaròs, Benicarló y Peñíscola-- no sabían dónde tratar sus deshechos. Vertederos alegales colapsados y denuncias por la ubicación de la planta provocaron hasta cortes de caminos rurales para evitar desde un municipio la circulación de camiones procedentes de otro vecino.

Y en el 2010, en pleno colapso total, se acordó llevar a Xixona --a 300 Km de distancia-- la basura. En Alicante se negaron hasta que el Consell fijó un tope máximo que Castellón cumplió. 11 meses después, las tres plantas provinciales han acallado las guerras y protestas.