No hay forma de tocar fondo en una crisis que no solo padecemos sino que, además, sufrimos. Aunque algún político o banquero afirme que la situación económica es mejor de lo que la gente cree y que ya se ha tocado la base, el único fondo que compruebo que se toca es el de los contenedores. Allí cada día decenas de personas hurgan para encontrar algo que llevarse a la boca -lo veo cerca de mi casa, en repetidas ocasiones.

Dicen que “no hay más ciego que el que no quiere ver”, así que observemos a nuestro alrededor y no ocultemos que la realidad no mejora, sino que se transforma, y no precisamente a mejor. La prueba la tenemos en este organismo oficial de la Iglesia, llamado Cáritas y presente en nuestra diócesis de Segorbe-Castellón.

Los que ahora vienen a pedir lo necesario ya no son los sin techo. Sino los que teniendo cobijo, carecen de lo imprescindible. No son solo inmigrantes, también nuestros vecinos del barrio. Ante una situación creciente de paro y exclusión social, Cáritas abre de nuevo su mano para recoger, acoger y acompañar. Las cifras no mienten. H