No son fáciles de entrevistar. Les gusta pasar desapercibidos, sin llamar mucho la atención. Son grandes desconocidos y eso que en innumerables casos su presencia ha sido determinante para impedir un delito o esclarecer un suceso. Pero nunca se asoman a los medios de comunicación. José Antonio Gijarro es uno de los veteranos en Castellón y también es uno de los pocos que se atreve a desmenuzar cómo es la profesión. Lleva 25 años como vigilante de seguridad. Trabaja en la empresa Casva Seguridad y Sistemas (la única en Castellón que dispone de la doble ventaja de contar con un centro de formación homologado y una central receptora de alarmas dotada con las últimas tecnologías del mercado), tarea que compagina con la de formador. En sus más de dos décadas como profesional, José Antonio ha visto y ha escuchado casi de todo, pero asegura que un buen vigilante tiene que pasar desapercibido. “La mayor recompensa que tiene un vigilante es acabar el día y anotar en el parte sin novedades... eso y la sensación de que has hecho bien tu trabajo”.

Como vigilante, José Antonio ha estado en hospitales, en centros comerciales, en empresas de energía... su currículo da para mucho. Además de formador tiene la especialidad de escolta privado y es de los que se toman la profesión muy en serio. Tanto como lo que cuesta acceder a ella. “Somos unos grandes desconocidos. La gente no sabe que para ser vigilante hay que estar muy bien preparado y, además, somos una de las pocas profesiones en las que cada año se nos exige por ley un reciclado”, explica.

La función prioritaria del vigilante de seguridad es proteger a las personas y a los bienes. Y eso José Antonio lo repite constantemente, al igual que el hecho de que estos profesionales son auxiliares de las fuerzas de seguridad del Estado. “Cumplimos un papel muy importante. Muchas veces el ciudadano no es consciente de que mientras vigilamos una fábrica estamos vigilando también su casa”.

UN ÁNGEL DE LA GUARDA // Aunque los vigilantes solo son auxiliares de las fuerzas de seguridad, muchas veces actúan como tal. José Antonio ha recibido en los últimos años numerosos reconocimientos. Uno fue por evitar una violación. Otro por reanimar a una niña con parada cardiorespiratoria. “Estás en contacto con la gente y poder ayudarles es muy gratificante. Ver el rostro de gratitud de las personas es uno de los aspectos más positivos que tiene esta profesión”.

Como habrán adivinado, José Antonio es un enamorado de su profesión. Y eso que reconoce que ser vigilante de seguridad no es un trabajo fácil. Lo peor, los horarios. Lo mejor, insiste, “la gratitud de la gente a la que ayudas”. H