Pase lo que pase con las negociaciones más que abiertas que están en marcha para formar tantos y tantos gobiernos locales en la provincia de Castellón --amén del autonómico--, el mapa que deja la voluntad de los electores castellonenses revela que son muy pocos los gestores que obtienen reconocimiento de sus administrados para continuar al frente de los asuntos públicos, y unos cuantos los nuevos valores que reciben muchos votos de confianza, pero todavía lo tienen todo por demostrar en la práctica.

Un primer caso de gobernante que se mantiene en el cargo es Javier Moliner, un presidente electo de la Diputación que representa el último reducto del Partido Popular al mando en instituciones de relevancia, bien sea por población o por importancia política. Del lado de los que han sido premiados después de lidiar con el día a día, destacan el socialista José Benlloch, que repite como alcalde en la segunda ciudad por tamaño de la provincia, en Vila-real, pero con el regalo ciudadano de una de las escasísimas mayorías absolutas, al menos en municipios grandes.

En los de tamaño más modesto, es Alfred Remolar, líder de Compromís en Betxí y que también mantiene su cargo de primer edil, quien ha roto todas las marcas en cuanto al respaldo de sus conciudadanos. Otro valor en alza, de futuro, ya probado. Compromís, que crece y mucho en representación, aporta otros nombres prometedores y que habrán de mantenerse a la altura, como Mònica Àlvaro y Vicent Marzà.

En una línea emergente se sitúa la alcaldable socialista de la capital, Amparo Marco, la primera de su formación con opciones reales de triunfo en casi un cuarto de siglo. Su materialización depende, no obstante, de muchos factores, al menos a día de hoy.

Con matices muy distintos forman parte de plenos municipales y hemiciclo autonómico las nuevas formaciones, Ciudadanos y Podemos, a quienes los votantes han dado un potente empujón en Castellón, pero cuya capacidad de gestión y consolidación está aún por llevar a la práctica. H