Están ahí, pero cada vez son menos. La movilmanía las ha convertido, prácticamente, en piezas de museo. Pero siguen ahí, aunque casi nadie las utiliza. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que entró en una cabina telefónica? Seguro que su respuesta coincide con la del 88% de los españoles, que aseguran no haber hecho nunca uso de las casi 18.500 que quedan en España. Ya no son rentables.

De las 18.500 cabinas que quedan en España (a finales de los noventa llegaron a ser 90.000), unas 200 están en Castellón, según datos de la compañía Cabitel. 43 se encuentran en la capital, mientras que en Vila-real se contabilizan otras 14.

Pese a que hace años que no son rentables y que ninguna empresa quiere hacerse cargo de ellas, las cabinas van a tener un año más de vida. Aunque su partida de defunción estaba prevista para finales del 2016, una orden ministerial prorroga durante todo este año el servicio público de telefonía de pago con monedas. En la práctica eso significa que Telefónica será un año más la encargada de gestionar el servicio y garantizar, como mínimo, un teléfono público en cada municipio de mil o más habitantes y uno más por cada 3.000 habitantes. Además, el operador tendrá que seguir ofreciendo otros servicios como las guías de teléfonos, los servicios adaptados para personas con discapacidad y el acceso a la banda ancha.

De las algo más de 18.000 cabinas telefónicas que hay en España, cerca de 12.000 no son rentables, según los datos que maneja Telefónica. Además, las 6.000 rentables no cubren la rentabilidad del conjunto del servicio, por lo que se trata de un trabajo que carece de beneficios para la empresa.