Hasta hace unos años, cuando se preguntaba a los jóvenes dónde querían trabajar, muchos de ellos respondían que en un banco o en una caja de ahorros. La crisis ha acabado con esa aureola de futuro asegurado que generaba el trabajo en el sector financiero y, desde el 2008, las entidades financieras han cerrado en España el 32% de sus oficinas y ha despedido o prejubilado a más de 72.000 trabajadores. En Castellón, el recorte todavía ha sido más grave y de cada 10 sucursales han desaparecido 4. Ningún municipio ha sido ajeno, pero quienes más lo han sufrido son los pueblos del interior. Porque el Castellón rural, el que se queda sin habitantes, se ha quedado también sin bancos. Y eso complica, y no poco, la vida de los que todavía aguantan.

Decenas de municipios de Castellón buscan fórmulas para frenar la despoblación y 14.290 personas que residen en esos municipios más pequeños no tienen acceso a una oficina bancaria en su lugar de residencia. Y no lo tienen porque en 64 localidades de la provincia ya no queda ninguna sucursal. Son las conclusiones del informe El acceso a los servicios bancarios en España. El impacto de la reducción del número de oficinas, que acaba de publicar Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia y director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Eso significa que el 47,4% de los municipios están excluidos financieramente. Hace 7 años eran muchos menos, 34.

La Mata, Olocau del Rey, Ares o Fanzara forman parte de la lista, cada vez más abultada, de municipios sin banco. «Es muy triste. Hace unos años teníamos una sucursal pero la cerraron. Ahora no tenemos nada de nada y cuando los vecinos tenemos que hacer una gestión no nos queda más remedio que desplazarnos a Onda o Ribesalbes», describe Ana María Pastor, alcaldesa de Fanzara, una localidad con 281 habitantes.

Los pueblos del interior se han quedado sin bancos, pero el fenómeno no es exclusivo de Castellón. En la Comunitat, los municipios sin sucursal ascienden a 164 (el 30%), mientras que en el conjunto del país son 3.899, prácticamente la mitad de los 8.117 con los que cuenta España. ¿El retrato robot de un pueblo sin banco? Una localidad de pocos habitantes, con una edad media superior a los 60 años, situada en zonas rurales carentes de otros servicios básicos y alejadas de cualquier polo industrial.

Cada vez hay más municipios sin sucursal, pero hay decenas de localidades más que la mantienen, pero a medias. Dos ejemplos son Catí (779 vecinos) y la Salzadella (751 habitantes). Ambas cuentan con una sucursal de la entidad Cajamar pero solo abre dos o tres días a la semana. «En la Salzadella todavía tenemos la suerte de tener la sucursal tres días a la semana. Además, cada quince días, viene la oficina móvil de Bankia», describe su alcalde, Cristóbal Segarra.

Algo más afortunados son los habitantes de Forcall y Artana. En ambos municipios aún queda una sucursal de Cajamar que abre a diario y cada semana sus vecinos cuentan con la oficina móvil de Bankia. «Puede ser que estemos mejor que otros, pero antes el servicio era mucho mejor. Ahora vas al banco y para que te atiendan debes esperar muchísimo rato», apunta el alcalde de Artana, Enrique Vilar.

Para contrarrestar la cascada de cierres de sucursales y evitar que los vecinos se queden sin opciones, hay entidades que han optado por el ofibús. En Castellón, Bankia cuenta con una oficina móvil (ofrece prácticamente los mismos servicios que una sucursal tradicional) que presta su servicio a 31 localidades de la provincia. Hay municipios a los que el ofibús llega una vez a la semana. En otros, en cambio, su presencia se limita a una vez al mes. «Suelen acudir personas mayores y aquellas con dificultad de desplazarse a otras localidades que cuenten con oficina bancaria. En todo caso, el ofibús está abierto a cualquier tipo de cliente, ya que de lo que se trata de evitar es la exclusión financiera de estas poblaciones», apuntan en Bankia.

Las sucursales bancarias menguan pero con los años ha ido aumentado en el interior de Castellón la figura del agente colaborador de una entidad financiera. Se trata, mayoritariamente, de exempleados del sector que se han convertido en autónomos y han abierto un despacho con el cartel de una entidad financiera y negocian hipotecas y préstamos, encargan tarjetas de crédito, efectúan ingresos o retiradas de efectivo... En Catí y Artana los hay y ambos son agentes del Banco Santander.

Visto el panorama, en los pueblos se preguntan qué pasará en el futuro. ¿Seguirán los cierres? ¿Engordará la lista de municipios con cero oficinas? El profesor Joaquín Maudos cree que la red de oficinas seguirá cayendo. Y, otra vez, los más perjudicados van a ser los vecinos de los municipios del interior, que se van a quedar sin otro servicio. A la falta de escuelas, comercios, industrias e incluso bares se une ahora las dificultades para obtener efectivo. Otro handicap más relacionado directamente con el problema de la despoblación. Porque es difícil determinar si el éxodo hacia la ciudad crece porque no hay servicios o viceversa.