Veintidós años después de su última visita oficial a Castellón, entonces en su papel de heredero a la Corona y a la edad de 27 años, Felipe VI regresa hoy a la capital de la Plana, pero convertido en rey para conmemorar el medio siglo de la refinería BP en la ciudad, una efemérides que le llevará a lo largo de la jornada a recorrer las instalaciones de la segunda compañía que más factura de la Comunitat, emplea a 469 trabajadores y que ha compartido sus éxitos en «buena química» con la sociedad castellonense.

En octubre de 1995 marcó el inicio de una relación entre el actual monarca y Castellón, con la inauguración, ese año, de la facultad de Jurídicas de la UJI y la visita a las obras de soterramiento de la vía férrea. Posteriormente, en el 2001 y el 2002, se le pudo ver a bordo de velero de la CAM en la regata Costa Azahar-PortCastelló, a la que llegó el primer año de la mano de su padre y entonces rey Juan Carlos I.

Pero este idilio de celebraciones y de momentos dulces se truncó en el invierno del 2005 cuando, de la mano de su flamante esposa, la princesa Letizia, tuvo que servir de consuelo a los familiares de las víctimas de la Todolella, una dura tragedia que acabó con la vida de 18 personas y que sobrecogió al mundo.

Felipe VI incorpora hoy un nuevo misterio al rosario que compone la relación de la casa de los borbones con una provincia que, en los últimos 40 años, ha sido destino de una decena de encuentros oficiales, compartidos por tres generaciones y que abrieron Juan Carlos y Sofía un año después de acceder al trono y sumidos en la convulsa gestación democrática que cerraría cuatro décadas de régimen franquista.

Escoltados por el gris de los uniformes policiales y bajo el testigo gráfico del blanco y negro de la época, los Reyes pisaron por primera vez y de manera oficial la provincia de Castellón en 1976. Su objetivo: tomar conciencia de la diversidad sociocultural y económica de un país en transición hacia un nuevo modelo político. Los monarcas recorrieron buena parte de la provincia, con visitas a la capital, Onda, Vila-real, Nules, Burriana, Onda y Morella. Antes, un jovencísimo príncipe había realizado una escapada a la provincia en 1961 para asistir al rodaje de El Cid en Peñíscola, a cargo del director Anthony Mann, como posteriormente dieron fe algunos testimonios.

En aquel incipiente periodo democrático, los Reyes de España fueron ampliamente agasajados en un Castellón de libertades sin ira, que ya lucía el pelo largo y vestía los acampanados pantalones que transitaban las calles por aquellos nuevos tiempos.

Tuvieron que pasar 15 años para que la capital de la Plana se exhibiera nuevamente como perfecta anfitriona de un miembro de la Casa Real. En 1991, el conde de Barcelona y abuelo del actual monarca, Juan de Borbón, realizó un viaje de dos días a Castellón en el que no faltó la visita a la entonces refinería de Petromed --el origen de lo que hoy es la planta de BP--, al Museu de Belles Arts o al edificio consistorial, entre otras sedes institucionales.

Un año después y con motivo de la celebración del cuarto centenario de la muerte de San Pascual Baylón, patrón de Vila-real, la ciudad de la Plana sacó a relucir sus más lucidos hábitos para honrar al entonces rey Juan Carlos, quien dejó estampada su firma en una de las páginas más sobresalientes de la historia de la ciudad, con el burrianense cardenal Vicente Enrique Tarancón de maestro de ceremonias.

REGRESO

La visita a Vila-real sirvió de prolegómeno, un año después, de un nuevo viaje oficial de Juan Carlos a la provincia con motivo de la puesta de la primera piedra de lo que iba a ser la Universitat Jaume I. Si el hoy monarca emérito no vio cómo fructificaría el armazón del nuevo campus, su heredero y hoy Felipe VI se encargó de inaugurar la facultad de Jurídicas, primera sede universitaria en 1994 junto a la carretera de Borriol. El actual Rey ya no volvería a Castellón ciudad, pero sí a la provincia, en medio de los momentos luctuosos que acompañaron al invierno más frío vivido en la Todolella.