El Gordo sonríe también a unos 30 vecinos de Vinaròs

Después de resultar esquivo durante 10 años a la provincia, el Gordo de la Lotería de Navidad no solo ha sonreído a Castelló capital este jueves, ya que alrededor de una treintena de vecinos de Vinaròs (aunque podrían sermás) que son clientes y trabajadores del restaurante bar La Gavina han resultado agraciados con el primer premio, el 05490.

La historia de la llegada de este número en Vinaròs es curiosa. Una mujer vinarocense cliente del bar fue a Ponferrada (León), se lo dijo a los amigos y trabajadores del bar, y le encomendaron varios números del que, a la postre ha resultado ser el Gordo. Según explica un cliente del bar que quiso conservar el anonimato, visiblemente contento, ya que disponía de un décimo, esta mujer había comprado 1.000 euros en números.

Número al azar

"Ha tocado a muchos clientes del bar que la conocíamos y le pedimos que nos trajera lotería. Nos ha dado suerte", señaló.

Por su parte, Rita, otra de las agraciadas con un décimo explicó que ella encargó el número a la clienta que fue a Ponferrada, y que esta lo escogió al azar. "Me ha dicho que cogió el que le dieron en la administración de lotería", explicó. 

Por su parte, los datos de Loterías y Apuestas del Estado señalan que en el establecimiento de Ponferrada solo se han vendido 30 décimos del premio Gordo, lo que limita la posibilidad de que sean más los premiados salvo que se hayan comprado en otros puntos de España, pues el premio ha estado muy repartido. El responsable del establecimiento de Ponferrada donde se compraron los décimos que llegaron hasta Vinaròs, José Ángel Álvarez, confirma que recuerda que una señora compró una cantidad importante de lotería de Navidad, si bien no puede concretar que se corresponden con el número premiado: "Pensaba que era gente de la zona, pero es posible que fueran en una venta importante que nos hicieron", señala, aún eufórico por la alegría de distribuir el Gordo o, lo que es lo mismo, 12 millones de euros.

De este modo, Vinaròs ha vuelto a ser la suerte del Mediterráneo, como dicta su eslogan, aunque esta vez no por la venta de los números en sus administraciones, sino por un cúmulo de casualidades de lo que derivó este mágico encargo.