Si el tiempo no lo impide, una coletilla que figura en los carteles desde mediados del XVIII, vuelve a amenazar con ser la protagonista de nuestra feria y es que abrir la temporada española tiene muchos aspectos positivos, pero no podía faltar alguna desventaja. No obstante, confiaremos en que los huevos que la reina de las fiestas entrega a las monjas Clarisas nos concedan una tregua para disfrutar de la feria mejor rematada de los últimos tiempos.

Centrándonos en lo positivo que conlleva el hecho de ser la primera feria del calendario, a nadie escapa la importancia mediática que este hecho trae acarreado, lo que se traduce en una mayor difusión, convirtiendo lo que sería una feria de escasa relevancia a mediados de temporada en uno de los puntales de la campaña.

La gloria y el fracaso tiene un valor añadido y en un año como el que nos espera, con un gallinero en el que muchos gallos se disputan la supremacía, la Feria puede marcar en buena medida el devenir de la temporada. Hay mucho en juego, y aquí, por una vez, sale ganando el espectador.

Cronista taurino