Los fuegos de artificio y la música se conjugaron ayer a la perfección en una Encesa piromusical que, pese a los retrasos iniciales, convenció a los asistentes. El factor sorpresa estuvo presente desde el primer momento, cuando se procedió al encendido de Brancal de la Ciutat y, en ese instante, a la luz de la gaiata se le sumó también la de la pólvora.

Una fórmula que se repitió en los 19 monumentos que, con notable agilidad, iban visitando las reinas de las fiestas, Laia Bacas y Andrea Palacios, acompañadas por el alcalde, Alberto Fabra. Este año se pidió a las comisiones que no entretuvieran a las máximas representantes de las fiestas fundacionales en demasía, y estas lo cumplieron a rajatabla.

A continuación, los primeros compases de música celta fueron acompañados con un acertado ritmo por las luces de los monumentos, que se encendían de manera indistinta y escalonada.

El fantástico punto y final del evento llegó con un piromusical, en el que los ritmos anteriores dieron paso a la música de ópera. Un momento que los presentes siguieron con gran atención y sin moverse de sus posiciones en el Ribalta. De este modo se dieron por cerrados cerca de 45 minutos de un acto elegante que sirvió para rendir tributo a los monumentos en los que las comisiones trabajan sin descanso a lo largo de todo un año.