La cuarta mascletà de concurs disparada por Pirotecnia Caballer fue un compendio de la modernidad exigida en los cánones de esta clase de espectáculos. Buen material, rapidez en un disparo sin fisuras y fuerte tonalidad de efectos en el preciso digital quemado en su momento y, sobre todo perfectamente acompasada desde el principio hasta transcurridos los 5’55” que tardó en quemar 196 kilos de pólvora. Comenzó la empresa de Llíria con cinco fases de inicio, entre los que hubo una de digital con trueno y foco de color muy potentes. Las otras cuatro no se salieron de lo típico, aunque eso sí, con materiales metálicos en su mayoría. La mascletà es lo que le diferenció. Fue aumentando de calibres, sonoridad y rapidez hasta que, al finalizar había llegado al calibre 60 mm. Un terremoto terrestre que tuvo tres fases y cinco ramales y que arrancó con para acabar con 7 dándole una espectacularidad que continuó con el bombardeo aéreo en el que había incluido 500 carcasas desde el 5 al siete y medio. Un primer golpe de pitos color y truenos, otra ‘pasada’ de digital de trueno, color y roncadoras de color y trueno y una pantalla de color rojo sensacional cerró para mí, una posible ganadora de la XVIII edición, al menos de momento. Los aplausos lo refrendaron al lograr ese deseo de “quedar bien con Castellón, seamos premiado o no”.

Por la anoche, en el Pau Gumbau, Pirotecnia Vulcano, de Villarejo de Salvanés, se estrenó en Castellón. Ofreció un castillo de exhibición, con no muchos kilos de pólvora -sólo 302- pero con 22 conjuntos preciosos de colorido y sonoridad. Se pueden destacar las magnolias, carcasas japonesas -750 líneas con 1.200 disparos variados y de mucho colorido-, no faltando secuencias digitales, efectos de fugaces con centro multicolor, aros, kamuro, colas de caballo de colores y para final minuto y medio de continua explosión y colorido. José Luis Giménez deja un grato recuerdo en nuestra ciudad. H