Castellón le está gafado a Fuegos Artificiales Hermanos Ferrández. En pirotecnia no gana el que más kilos de pólvora aporta. Lo hace el que más acierta en la conjunción de su espectáculo. Por tercer año consecutivo los de Beniel se quedan con la miel en los labios, pero de nuevo sin poder libarla. El fallo de una línea le apartó de un triunfo que persigue durante tres años de disparo aquí y en los que, prácticamente, le ha ido sucediendo lo mismo.

Contaban Leo, Antonio y su gente con 390 kilos de pólvora. Un inicio interminable, muy variado, con mucho ritmo, mucho color y muy explosivo, con la novedad de tres carcasas con paracaídas del que colgaba un balón de fútbol daba mucho sabor a su disparo. Volvió a las descargas de trueno y silbatos para usar de nuevo el secuenciado con pitos afónicos apoyado de truenos que iban subiendo de intensidad y ritmo. De nuevo, descargas de trueno para cerrar esta primera parte. Pasó a la mascletà con seis retenciones y truenos del 3 y 5 mezclados, que producían el efecto del redoble de un tambor y por los lados apoyaban a la misma ‘roncadoras’ de color y trueno a pantallas. Esta parte resultó sensacional, como lo sería el terremoto terrestre con varios ramales y ‘masclets’ del 3 y 5, de una conjunción perfecta.

En la plaza del Primer Molí aún quedaba infinidad de material por quemar cuando entró en el bombardeo aéreo que, con 1.500 carcasas del calibre 5 y 7 y medio y 500 solo de trueno, hicieron incierto el resultado del Concurs. Una densa humareda no dejaba ver nada y más hubiese valido así al pirotécnico, ya que al disiparse dejó ver una línea que no había explosionado. La apoteosis final se compuso de una primera pantalla de volcán de ‘roncadoras’ de color rojo, digital de redoble de tambor y despedida con ‘roncadoras’, carcasas y truenos. Lástima, y a ver cuándo hay suerte, porque ganas de inscribir su nombre en el libro de honor no les falta. H