Pese a las dificultades de carácter burocrático y administrativo con que, un año más, se ha encontrado Cor de la Ciutat para poner en marcha iniciativas, Manuel Jesús López Palomino y la comisión que le acompaña no desfallece en una gestión que ha convertido a la siete en una de las grandes gaiatas de la ciudad.

Con más de un centenar de integrantes, con el blasón de una singular y entrañable ofrenda a la Mare de Déu del Lledó en la capilla de los Santos Patronos de la Concatedral y el impulso de una juventud arrolladora, Cor de la Ciutat ha recuperado el esplendor y la gloria de un abolengo acendrado y que tiene su impronta en la ciudad.

A base, eso sí, “de trabajo y de sacrificio, de esfuerzo y dedicación, de dificultades que hay que superar”, indica López, consciente de un amor extraordinario a las fiestas fundacionales.

Anuncia como la gran atracción de Cor de la Ciutat en la semana grande “una espectacular discomóvil en la plaza Cardona Vives”, para convertirla en epicentro de la fiesta magdalenera en el centro, en el corazón. H