Como epílogo triunfante de la Cabalgata del Pregó, en una tradición atávica, la carroza de la reina de las fiestas, Estefanía Climent, con sus damas de la corte de honor y madrinas de las gaiatas, así como la gaiatera de la Casa Regional de Valencia en Zaragoza, surgía como por arte de ensalmo.

Una plataforma de alegorías castelloneras, y a cuyo paso el público puesto en pie aplaudía a rabiar. Quería testimoniar el cariño a la máxima representante de la ciudad, que se ha ganado el corazón de todos los castellonenses por su simpatía y dulzura.

Delante de ella, la escuadra de gala de la Policía Local, con sus inefables plumeros, y els prohoms i sequiers, ataviados con el tradicional traje de setí, marcada estampa castellonera, cien por cien, y que se mantiene inmóvil desde hace más de 70 años.

Y, por supuesto, el pregoner, Miguel Tirado, que con su voz solemne y cadenciosa cantó los versos de Bernat Artola, un texto de emociones entrecortadas y sutileza de la luz gaiatera. Los clarines de la ciudad eran los encargados de anunciar cada canto del Pregó, que adquirió, un año más, dimensión casi sobrenatural cuando Tirado recitó las estrofas artolianas delante de la alcaldesa, Amparo Marco. La magia del cortejo anunciador de la romería de la Magdalena alcanzaba grado mayúscula en al noche cerrada, pero eternamente primaveral de la Porta del Sol.

DAMAS DE SECTOR // Previamente habían desfilado las representaciones de las 19 comisiones de sector, estampa de esencias y talismanes de los colectivos esenciales y fundamentales de los festejos castelloneros. Damas de sector con flores y acompañantes, cuya presencia testimoniaba la renovación de la llum de l’amor filial. Un compromiso.