Un sueño de generación». Así define María Beser Gasch su madrinazgo en El Toll, ya que su madre --presidenta de la gaiata-- no pudo ser madrina, y ella, viviendo la ilusión de toda la familia, quiere ejercer el cargo con los sentimientos de un corazón que habla y siente en clave magdalenera. El de la tradición y el arraigo familiar.

A punto de cumplir los 23 años, esta joven de signo zodiacal Libra (y a escasos días de convertirse en máxima representante de la demarcación gaiatera de la plaza María Agustina) reconoce estar «nerviosa», pero con las inmensas ganas de vivir su presentación, la que la convertirá en embajadora de una de las más clásicas gaiatas, la 10, que tiene un paisanaje urbano de ensueño.

«A ver si llegamos», señala, en una labor artesana de elaboración de su indumentaria. «La ropa me la está haciendo mi propia abuela», manifiesta orgullosa esta licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Valencia, amante del estilo gótico y enamorada de Nôtre Dame de París.

Magdalena familiar. Gaiata en familia. Compartir deseos y esperanzas en el camino hacia el tercer domingo de Cuaresma. María cita la Encesa de Gaiates como su acto favorito en la semana grande, «porque es el momento en el que se muestra el trabajo de todo un año, adornado por la música y los fuegos artificiales», concreta. Sinfonía de colores y universo de luz en la consagración de las tradiciones de la ciudad.

ACTIVA // La madrina de la gaiata 10 se define como «alegre, simpática, con don de gentes y activa». «Siempre estoy haciendo cosas», dice, y destaca el buen ambiente que se vive en la comisión, «con mucha gente joven y muchos niños». Tiene palabras de elogio para las seis jóvenes que forman su corte (cinco damas y una gaiatera de honor), y que le acompañarán en este periplo maravilloso de las fiestas de la luz. En esta leyenda de la noche que se convierte en claro día. Este es el perfil humano y festero de María en su madrinazgo 2018.