Morella regresó al Pregó. Seis años después, precisamente, también en año de fiestas sexenales, aunque hay que decir que la capital de Els Ports era habitual en los primeros años de la cabalgata anunciadora de las fiestas de la Magdalena.

Y lo hizo con su danza más ancestral, la de los Torneros. Simbología y metáfora de jóvenes morellanos al ritmo del tambor y la gaita, ejecutando complicados saltos que llegan a alcanzar el metro y medio de altura. Girando 180 grados y movimientos que cruzan las piernas para caer con un solo pie.

Vestidos con sus ropajes de corte florentino, hicieron la delicia de los miles de espectadores que se agolpaban a lo largo de la carrera oficial.

Colorido incesante, equilibrios imposibles, coreografías inverosímiles, belleza sacrosanta en el recuerdo a la Mare de Déu de Vallivana. Porque, como también sucede en las fiestas mayores de Castelló, las sexenales, que recibieron el pasado viernes el preciado premio Cultura y Fiesta de los Moros d’Alqueria, tienen sus origen en una rogativa, en este caso a la ermita de la pequeña imagen mariana de Morella.

Torneros que desfilaron en el tramo de la veterana entidad castellonense que recrea lo árabe en la parte histórica del Pregó como invitados especiales por el galardón concedido. Asimismo, el alcalde de Morella, Rhamses Ripollés desfiló en el boato de una de las comparsas moras, y se revalidaban los vínculos de unión existentes entre las comarcas de Els Ports y la de la Plana.