Dos aspectos de las fiestas de la Magdalena valora en especial el presidente de PortCastelló, Rafa Simó: «uno es que siempre te encuentras a personas que no vuelves a ver en todo el año, y eso me parece bonito; y otro es que son unas fiestas donde una misma semana la puedes vivir de maneras muy diferentes».
De casi todas esas maneras ha vivido ya Rafa Simó la Magdalena. De presidente infantil gaiatero cuando era niño o de rey Jaume I en el pregó cuando se hizo mayor. Formando parte del equipo de gobierno municipal de la capital de la Plana, o ahora desde el puerto de Castelló como máxima autoridad. También de joven, con los compañeros de universidad, o como en la Magdalena actual, estrenando paternidad. Infinitas Magdalenas caben en la vida de un grauero. Simó elige sus tres favoritas para Mediterráneo.
Magdalena 1995
Con apenas diez años, Rafa Simó fue presidente infantil de la gaiata 12, en el Grau. «Como grauero, cuando estás dentro de la comisión de la gaiata 12, vives la Magdalena de una manera muy especial», indica. Simó recuerda que aquel año fue el primero en el que se subió a la ermita de la Magdalena por el camí de la Pedrera, desde el Grau, un hecho que coincidió además con el cincuenta aniversario de las fiestas.
También el monumento que preparó la gaiata del Grau de aquel año permanece en el recuerdo de Rafa Simó, más allá de los que actos oficiales a los que asistió como presidente infantil. «Nuestra gaiata era de un estilo muy innovador y quedamos segundos. Tenía hasta música», apunta. «Ya la hacía entonces la junta de obras del puerto», añade.
Magdalena 2008
A las memorias de la infancia de Simó le siguen las de juventud. Una de esas fiestas de la Magdalena que se viven con intensidad y entusiasmo juvenil asomó en 2008, y en esta ocasión con invitados especiales. «Yo estudiaba la carrera de Matemáticas en València, en la universidad, y traje a compañeros de toda España --de Almansa, de València, de Navarra...-- a que conocieran las fiestas de la Magdalena, porque no las conocían», explica.
Simó ejerció de guía turístico especializado en las entrañas de la fiesta y los llevó a su colla, a la plaza María Agustina, a la plaza de las Aulas, a la colla Tarambana... Una gira completa de introducción a las costumbres del lugar, tirando de apuestas seguras. «Así conocieron unas fiestas tan de calle, tan abiertas. Yo diría que les gustaron», señala, sin temor a equivocarse. «Fue un año particular, porque iba observando cómo descubren las fiestas de la Magdalena la gente que no es de Castellón».
Magdalena 2018
«Yo he sido toda la vida dels Cavallers de la Conquesta y me nombraron rey Jaume». Ese honor conllevó participar en el pregó del primer sábado de fiestas desde una posición privilegiada e inmejorable para cualquiera de Castelló. Atravesar las calles de la ciudad subido a un caballo blanco, representando a una figura bien reconocible. «Aquello lo viví con mucha emoción y es un recuerdo inolvidable», asevera.
