Ofrenda en silla de ruedas, una semana después de una luxación de rótula

Querer es poder. Así lo ha demostrado este sábado Irene Calduch Martínez, de 13 años, que no ha renunciado a participar en la ofrenda pese a ir en silla de ruedas y con la pierna escayolada. A la joven, alumna del IES Juan Bautista Porcar, se le salió la rótula la víspera del inicio de las fiestas.

«Fue en el cambio de clase, haciendo un movimiento sencillo. Tengo para tres meses», ha explicado la castellonense en conversaciones con Mediterráneo a la salida de la ofrenda en la plaza Mayor. La adolescente no ha querido, pese a las molestias, dejar de vestirse en un día tan especial y participar, junto a otros miembros de la Parroquia de San José Obrero, en la ofrenda a Lledó.

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Con ramo de claveles blancos, las firmas de sus amigos como decoración en la escayola y una sonrisa sincera, Irene ha dado una lección de empeño y devoción, ayudada por su orgullosa madre, siempre dispuesta a empujarla hacia adelante.

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Precoces. Muy precoces. Algunos, con escasos meses de vida. La ofrenda ha dado buena cuenta de la cantera que tiene Castelló para garantizar el futuro de la fiesta. Y es que las tradiciones se viven desde la cuna, nunca mejor dicho. Cientos de caras llenas de ilusión e inocencia son la mejor esperanza del món fester.

Para Júlia Moliner, que vino al mundo el pasado 31 de diciembre, ha sido su primera vez. La pequeña, vecina de Betxí, ha salido con el Centro Aragonés y ha tomado plácidamente un biberón, en brazos de su padre, Vicent, mientras caminaban por la avenida de Lledó, bajo un sol resplandeciente, en la sesión matinal de la ofrenda a la patrona de Castelló.

De estreno ha ido también Marcel Ripollés, jovencísimo miembro de la parroquia de San José Obrero de Castelló que nació el 15 de diciembre. Con un traje cuidado al detalle que le ha hecho parecer un auténtico muñeco, ha permanecido dormido a pierna suelta en su carrito, bajo la atenta mirada de su madre, siempre pendiente.

Martín Quiroga, de 16 meses, ha obsevado con curiosidad y el chupete en la boca cuanto acontecía a su alrededor mientras iniciaba el recorrido junto a la Cofradía de la Sangre.

Jorge Arquimbau y Beatriz Monforte, de nueve y diez años, ha descansado momentáneamente en un banco de la avenida de Lledó tras haber recorrido dos kilómetros de ofrenda. La pareja de jóvenes amigos baila junta en el Centro Andaluz y ha optado por el azul y el blanco en su vestimenta. En sus manos, no han faltado los claves rosas para el tapiz floral. 

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Lola y María, de tres años y miembros de San José Obrero, han salido por segunda vez en la ofrenda, pese a su corta edad. El año pasado desafiaron a la meterología y este sábado han brillado tanto como el sol. María y Elena han desfilado con els Pal·liers de la Mare de Déu del Lledó con la mejor de sus sonrisas y una simpatía natural.