80 años de gaiatas en Castelló: De los inicios al BIC

De las 'minetes' al led, el monumento ha ido evolucionando desde 1945 a los actuales

Agustín Mon

Castelló

Definir qué es una gaiata es una tarea árdua y complicada. Si nos atenemos a la tradición, son la recreación de aquellos cayados con faroles que usaron nuestros antepasados en su azarosa bajada al llano, una noche cerrada de 1252, sorteando humedales.

Cuentan los viejos, y los padres así lo transmiten a sus hijos, que con la autorización del Rey emprendieron la marcha una noche tormentosa. Bajaban con faroles dotados de pobres cabos de vela y candelas que apenas iluminaban el sendero. Una bonita leyenda, sin duda, pero si nos atenemos al rigor histórico, encontramos referencias sobre aquellas luces que acompañaban la Tornà de la Procesión Penitencial, en documentación datada en el siglo XVIII.

Así pues, tenemos constancia fehaciente de la existencia de la gaiata desde mediados del siglo XVIII y el vocablo gayata, a buen seguro, hace referencia al bordón peregrino lleno de velas que debieron llevar, a modo de individuales lucernarios, las magdalenas penitentes de las procesiones. Desde estas primeras noticias de gaiata, la perfecta simbiosis de ésta con la luz es toda una constante en el tiempo.

Evidentemente, en aquellos primeros años, fruto de los cirios y velas que las componían pero, con el devenir de los tiempos, con los elementos luminotécnicos que van apareciendo en cada época.

Gaiata de 1945.

Gaiata de 1945. / Mediterráneo

Con estos antecedentes, en el periódico Mediterráneo de 12 de diciembre de 1944, la acabada de crear Junta Central de Festejos de la Magdalena publicaba las Normas generales para proyectar y ejecutar las gaiatas en los sectores de la ciudad y celebrar sus fiestas particulares, primeras pautas que definían la gaiata monumental. Tenía que ser una carcasa de líneas de luces, de figura determinada por la fantasía del artista, sin sujeción a límites de altura ni anchura, y, por fidelidad a su representación, debían evitarse en la medida que se pueda, emplear partes macizas y cuerpos opacos, siendo admisibles elementos decorativos con iluminación por transparencia o indirecta de otros elementos. Y, en su segundo punto, queda recogida la posibilidad, a criterio de la comisión, de participar en el desfile procesional con toda o parte de la gaiata en función de sus dimensiones.

El Desfile 'ronda' desde los inicios

Una idea esta de procesionar con parte del monumento que viene rondando desde el mismo inicio de la gaiata monumental pero que no ha tenido calado, y que quizás deberíamos analizar a fin de dar mayor grandiosidad a nuestros monumentos. Así se parieron las primeras gaiatas monumentales que iluminaron las fiestas de la Magdalena de 1945, y desde ese mismo instante han sido, y son, inspiradoras de multitud de discusiones sobre su esencia y el que se tiene o no que contemplar en la gaiata; nuestro símbolo diferenciador y por antonomasia de nuestra ciudad en fiestas.

Sin ir más lejos, incluso en plena vorágine de las fiestas del 45, se tuvo que aclarar, en acuerdo de Junta Central de Festejos «de ninguna forma, ni en el presente año ni en los venideros, se desvirtúe el carácter simbólico de nuestras gaiatas, quemándolas».

Quizá consecuencia misma de esta decisión, en aquellos años iniciales, Antonio Pascual Felip, miembro de la Junta Central de Festejos, acuñaría la frase que ha pasado a la historia: «És un esclat de llum, sense foc ni fum». Quedaba claro, pues, que no se quemarían --primera premisa indispensable para definir una gaiata-- y se establecían las primeras ideas básicas, una vez vistas las primeras gaiatas monumentales: «No tienen que quemarse pero si destruirse totalmente, quedando solo la premiada en primer lugar», apuntaba el escultor Tomás Colón, que auguraba el acontecer de la gaiata como «una armonía de luz, color y alegría». Jaime Nos, al hilo, concluía que «el papel principal de la gaiata debe confiarse a la luz y el color».

Gaiatas en la década de los 60.

Gaiatas en la década de los 60. / Mediterráneo

La evolución tecnológica, clave

Con este punto inicial, la evolución a través de los tiempos ha estado, y está, muy ligada a la evolución tecnológica, pero también a la estructura de la ciudad y, cómo no, a la evolución económica. Para hacer un seguimiento de la evolución, vamos a analizar las bases de las convocatorias para la construcción de la gaiata de la ciudad. En las bases que la Junta Central de Festejos de la Magdalena publicó en julio de 1951 para la realización del monumento de la ciudad que desfiló en la Magdalena de 1952 se indicaba que, obligatoriamente, tendrían que figurar algunos elementos luminosos a base de vasos de colores iluminados y marcando ya, como elementos imprescindibles, «que la gaiata acabe en modo de báculo, y que en alguna parte principal de la misma figure el escudo de la ciudad».

Se incide en la calidad de los materiales a utilizar pensando en la posibilidad de aumentarla o enriquecerla con nuevos elementos. En este punto resaltamos los diversos elementos luminotécnicos propuestos: fluorescente, gas neón, bombillas, etcétera. Los primeros límites los encontramos ya en la altura: «La altura máxima desde el suelo será de 5,5 metros».

Precios de los monumentos

Todo esto --«... gaiata completamente acabada y puesta en el lugar que indique el Ayuntamiento»-- con un precio máximo de 50.000 pesetas, a la baja. El proyecto ganador del concurso fue el presentado por Vicente Bernat Castellet, en cuya memoria indica una iluminación fija, interior en vitrinas e indirecta de farolillos. Una obra de 4 metros de altura y con el máximo coste permitido.

Un lustro después encontramos unas bases muy parecidas, pero sin precio máximo del proyecto. De nuevo, Bernat se alzaba con el galardón. Pocos elementos nuevos respecto al anterior encontramos en la memoria descriptiva --no en cuanto a su diseño sino a su iluminación, materiales utilizados...--. Sí resalta el salto cuantitativo en cuanto al presupuesto total del trabajo: 105.000 pesetas.

La gaiata más cara de la historia

Gaiata de Buhigas, de 1966.

Gaiata de Buhigas, de 1966. / Mediterráneo

Tendrán que pasar casi diez años, hasta 1966, para encontrar una nueva gaiata de la ciudad diseñada por el Mago de la Luz, Carles Buïgas, y construida por Anglo Española de Electricidad. Aunque no se llegó a materializar completamente el proyecto original, con tres elementos fijos que completaban el central, que fue el que finalmente se construyó, sí se puede considerar como un salto cualitativo importando en el que la luz toma un papel principal. Nuevos materiales y, sobre todo, un espectacular juego de luz se apodera del monumento, siendo el complemento ideal al ornamento artístico de la obra. De nuevo, un salto cuantitativo, casi exponencial, en el presupuesto: 1.155.402 pesetas. Encontramos aquí, quizá, la piedra roseta de la gaiata: amb diners, torrons!. Será por el alto coste asumido en la construcción de la anterior gaiata de la ciudad, o no, pero la verdad es que no se vuelve a convocar nuevo concurso hasta 1982 --ciertamente se convocó un año antes pero resultó desierto--.

La gaiata monumental

En las bases --15 puntos-- encontramos ya elementos que nos muestran los avances que ha ido asumiendo el concepto de gaiata monumental: Continúa habiendo plena libertad artística para su diseño, manteniendo gaiato y luz como elementos indispensables para considerarla gaiata. Del mismo modo, el escudo de la ciudad tiene que figurar en lugar destacado. También cambia la altura máxima permitida: 6,80 metros y, por primera vez, se marca un ancho máximo de 3 metros, solo a los efectos del desfile, pudiendo ampliarse en su emplazamiento definitivo. Empieza el control de potencia eléctrica instalada: no podrá sobrepasar los 40kW y en desfile 20kW a 220v; y se establece un coste máximo de 4 millones de pesetas (resaltar que en esos 10 años, el presupuesto se ha multiplicado casi por cien).

La gaiata ganadora, de la ciudad

Una década más tarde y tras unas ediciones sin gaiata de la ciudad, se acordó que la ganadora del concurso de ese año, asumiera ser de la ciudad del año siguiente. ¿Una gran solución? Seguramente sí, para algunos, pues con 500.000 pesetas (aproximadamente la décima parte de lo que costó la de 1982) se daba solución a la falta de gaiata de la ciudad. Y, a más a más, con el paso a euros, incluso esta cantidad ha ido menguando.

En la convocatoria de 2023, el Patronat Municipal de Festes compensaba a la ganadora con 2.500 euros (poco más de 400.000 de las antiguas pesetas) por ser gaiata de la ciudad. No parece lógico que, más de un cuarto de siglo después de iniciarse esta fórmula, la compensación por el «alquiler» no solo no se ha revalorizado, al menos con el coste de la vida, sino que se ha devaluado cerca de un 20%. Pero esto, quizás, es tema para otro debate.

Encesa.

Encesa. / Mediterráneo

Llega la apuesta por la luz

En aquellas primeras gaiatas monumentales, la luz jugaba un papel secundario y, como hemos visto, se quería apostar por la luz como elemento esencial del monumento. A mediados de los años 40, las posibilidades técnicas para iluminarlas eran muy reducidas, máximo si tenemos en cuenta que debían procesionar, en todo o en parte. La única solución era utilizar, como sistema de alimentación, baterías de coches, lo cual limitaba, incluso más, la importancia de la luz en el monumento.

Por eso, el primer gran salto cualitativo en las gaiatas podemos centrarlo en la Magdalena 1949, en el que se inauguraba un innovador sistema de suministro eléctrico que permitía suministrarles energía, de forma continua durante el desfile, dejando atrás las molestas, pesadas y limitadas baterías. El ingeniero municipal Francisco Blasco, a semejanza del sistema utilizado en Cartagena para iluminar los pasos de Semana Santa, pertrechó un ingenioso sistema de puntos de conexión, a lo largo del recorrido del desfile.

La idea era disponer de dos cables de conexión, en cada monumento, de forma que, mientras uno estaba conectado, el otro era portado, por aguerridos comisionados, hasta la siguiente toma, realizando el cambio de conexión mediante un conmutador. Para dotar de forma estética a esos puntos de conexión, los alumnos de la Escuela de Trabajo realizaron unas columnas, coronadas por los escudos de los distintos pueblos de la provincia, que guardaban, en su interior, la conexión. Un revolucionario sistema que estuvo vigente 43 años.

Revolucionarios sistema

Con este revolucionario sistema, dos nuevos elementos técnicos se sumaban a la historia gaiateril, la famosa cuchilla de conexión y el conmutador bipolar. Un sistema que, durante más de 40 años permitió crecer a los proyectos luminotécnicos.

La verdad era que, en aquellos primeros años, la luz tenia únicamente un sentido de apoyo a los elementos decorativos, por la noche; bien iluminándolos de forma indirecta o bien jugando con las transparencias de alguna parte de las mismas. Pero lo que dio un mayor salto cualitativo fueron los sistemas de gestión luminotécnicos: de los cambios electromecánicos, a base de relés y otros dispositivos con partes móviles --quién no recuerda la música de sus traqueteos--; se pasó a los semiconductores de estado sólido (transistores y triacs); y de los programadores mecánicos y de levas a los «silenciosos» autómatas programables. Cuentan los más veteranos que los primeros cambios de luces se realizaban con elementos rotativos y mecánicos --todos hemos oído la historia, al menos en los antiguos almacenes municipales, de una palanca rotatoria, montada sobre un pequeño motor, que iba activando los diferentes contactos, sobre clavos, que ponían en funcionamiento los diferentes circuitos--.

Encesa de gaiates en la avenidas del Rey.

Encesa de gaiates en la avenidas del Rey. / Gabriel Utiel

Innovación = espectacularidad

Leyenda o no, quien subscribe --que inició su camino en esto de construir gaiatas a primeros de los 80-- sí que conoció los primeros cambios mecánicos a base de programadores de lavadoras que, con la habilidad del xispa de turno, iba combinando los programas, convirtiéndolos en rutilantes juegos de luces. Pero, cada vez más, la iluminación en la gaiata iba ganando en importancia y espectacularidad, puesto que al objetivo primario de iluminar empezaba a unirse la espectacularidad de los juegos de luces, combinando movimiento con color y, con ellos, se sumó la electrónica.

Transistores, triacs, circuitos lógicos, memorias programables dieron paso a los primeros ordenadores personales --Spectrum, Commodore 64...-- para crear verdaderos espectáculos luminotécnicos que ya tenían entidad propia dentro del monumento. Además, empiezan a integrarse en la lista de materiales de construcción de las gaiatas, hojas de metacrilato, fibra de vidrio, acero inoxidable, aluminio, plástico... incluso los azulejos. Y junto con las típicas bombillas de incandescencia empezaban a utilizarse elementos halógenos y perfilados con tubo de neón.

Efectos en los colores

Este salto de calidad en el concepto de la luz hizo aumentar muy considerablemente la potencia. Es la década de los 90, años en que los autómatas programables son los verdaderos centros de mandos de una infinidad de efectos sobre las estructuras de las gaiatas: cambios de colores, movimientos de luces con altas velocidades, regulación del flujo luminoso son los efectos que predominan.

Todo esto favorece que las potencias instaladas en algunas arquitecturas llegaran hasta los 80.000 vatios, lo que empezaba a generar algunos problemas en el sistema de suministro de fluido eléctrico, en el desfile, sobre todo de seguridad: la colocación no tan estratégica de los postes, la falta de pericia de algún portador de cables, unido a la importante potencia necesaria para iluminarlas, hacía que, en más de una ocasión, la gaiata se apagara en carga, con la consiguiente lluvia de chispas y tenía que circular algunos metros a oscuras.

Gaiata 15 Sequiol de 1992.

Gaiata 15 Sequiol de 1992. / Mediterráneo

Por eso, en 1992 se dejó de utilizar este sistema y se empezaron a usar grupos electrógenos que suministraban la potencia a cada uno de los monumentos. Un sistema poco estético, sí, pero que solucionaba el tema de la seguridad y la limitación en el desfile. La concienciación del mundo de la gaiata en cuanto a eficiencia energética hace que, en 2010, se opte por la migración de todo el sistema de iluminación hacia tecnología LED --siglas, en ingles, de Diodo Emisor de Luz--.

Un esfuerzo económico --más de 140.000 euros-- hace posible que la Magdalena 2011 sea una edición eficiente, puesto que las potencias eléctricas demandadas por las gaiatas queda reducida a la décima parte. Un cambio que, de entrada no gustó a todos. Es evidente que el color de la luz es muy diferente, pero abre todo un mundo de posibilidades a los artistas gaiateros.

Evolución a toda velocidad

Todo un mundo de opciones que evolucionaba con tanta velocidad que de un año para el siguiente aparecen nuevos elementos, nuevos controles, nuevos efectos que hacen que, por ahora, en pleno siglo XXI, la inversión que debe hacer una comisión de sector, cada año, en su sistema de iluminación es considerable y permanente, si se quiere disponer de elementos espectaculares que puedan ofrecer múltiples opciones en un mismo punto. Volvemos a toparnos con la cuestión económica como eje central en la evolución de la gaiata.

Sirva como ejemplo de evolución tecnológica la adoptada en la Magdalena de 2022 para la Gaiata de Adsuara de la Fundació Caixa Castelló --que desfiló por primera vez en la Magdalena de 1952-- que utilizó, durante el desfile un conjunto de baterías de litio e inversores. Qué paradoja, las gaiatas monumentales iniciaban su andadura, iluminadas con baterías y, casi ocho décadas después, el futuro apunta, de nuevo, a las baterías.

Gaiata 7 Cor de la Ciutat 2024, gaiata de la ciudad 2025.

Gaiata 7 Cor de la Ciutat 2024, gaiata de la ciudad 2025. / Toni Losas

Seña identitaria de Castelló

La gaiata es, pues, un monumento artístico y efímero, seña identitaria, diferenciadora y por antonomasia de nuestras fiestas, que representa la conmemoración de nuestros orígenes. Es armonía de luz, color, arte, historia, cultura y tradiciones, que ha sabido ir adaptándose a los tiempos que corren. Hoy, la gaiata, técnicamente hablando, es un verdadero ingenio luminotécnico pero sin olvidarse de su razón de ser. Transcribo aquí las palabras que, en el diario Mediterráneo de 4 de marzo de 1945, publicó Carlos González Espresati: «... y esta es la belleza de nuestro signo típico autóctono: la gaiata. No olvidemos que la única motivación de la gaiata, por su origen y finalidad, es la luz, ésta ha de ser el tema principal, la protagonista de cualquier interpretación artística que quiera intentarse de nuestro símbolo magdalenero». Porque casi 80 años después, con todos los avances materiales y técnicos asimilados, siguen reflejando la realidad de la gaiata monumental, ya BIC en su Desfile tras la Tornà.

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