El Palau de les Arts volvió a retomar la programación tras la suspensión de la misma a causa del deterioro del reluciente revocado de mosaico, que hoy ha desaparecido, dejando a la vista la plancha de hierro subyacente. Para quitar el mal sabor de boca de lo arquitectónico, la ópera buffa de Rossini ‘L’italiana in Algeri’ tuvo comicidad, alegría, riqueza musical, y una animada algarabía escénica que hizo que se hicieran muy cortas las casi tres horas de su desarrollo.

El montaje escénico a cargo de Joan Font (del grupo Comediants) logró con elementos muy simples y mucho colorido, la recreación de una autentica “commedia dell’arte”, con acciones de mímica y movilidad, en todos los personajes e incluso en el coro, que sirvieron para intensificar la jocosa trama de enredo. Podría decirse que la escenificación tuvo el aliento de una representación de títeres a grandísima escala, que enfatizaron a los protagonistas concediéndoles una determinación muy jocosa.

Ottavio Dantone desde el foso llevó la obra con una algarabía pimpante sin perder por ello el rico melodismo que requieren algunos momentos líricos como las arias de Isabella y Lindoro. Es más no solo exteriorizó la algarabía rossiniana sino que dejo bien patentes las herencias (por ejemplo de Mozart) que subyacen en la partitura en una demostración de exégesis de la misma. La habilidad del maestro permitió resolver sin el menor contratiempo algún leve desajuste en los concertantes con un claro gesto de retorno (“de los llamados de hucha”) a los excelentes miembros de la orquesta.

El coro, como siempre no solo afinado y ajustado sino participante en la acción escénica, así como los miembros del ballet que establecieron ciertos posicionamientos simbolistas y de acción dinámica muy reveladores en la hilaridad de la trama, convirtieron la ópera casi en un musical con recurso de ópera buffa.

A Silvia Tro la habíamos visto el papel protagonista en Castellón hace más de 10 años, en el inicio de su exitosa carrera internacional. Sin duda, ha depurado mucho en lo vocal y en lo escénico a Isabella con un registro amplio, aunque no voluminoso, y una exquisita dicción. Sus dos arias ‘Sorte Cruda! Amor tiranno!’ y ‘Per lui che adoro’, se aplaudieron con justicia. Por su parte, Burak Bilgili y Giulio Mastrototaro fueron, respectivamente, un Mustafa y un Taddeo excelentes, de recursos sobrados en lo vocal y que asumieron sus hilarantes papeles con un extremo de comicidad sin alharacas de hipérbole escénica. El bajo Burak Bilgili, con una voz rotunda, la puso al servicio de un personaje contradictorio, dominador por una parte y calzonazos por otra, con extrema eficacia y musicalidad. Lo mismo podríamos decir del barítono muy lírico Giulio Mastrototaro lleno de intención en el decir. Cumplió muy bien el tenor Antonino Siragusa, que canto su aria ‘languir per una bella’ con elegancia y buen fraseo aunque con una voz estrangulada en ciertos momentos, lo que no le restó posibilidades en el sobreagudo. H