El Auditori i Palau de Congressos de Castelló acogió el pasado día 5 a la Orquesta de Valencia bajo la rectoría del maestro Yaron Traub en un concierto heterogéneo e interesante que, sin duda, puso de manifiesto el buen momento en el que se encuentra la agrupación. Si bien su lectura de las ‘Danzas fantásticas’ de Turina, adoleció de una visión españolista (nada que ver con el prodigio de autenticidad y carácter de la mítica grabación de Argenta) si al menos cabe decir que la orquesta sonó con intención y carácter y sus solistas fueron los que más sirvieron para caracterizar la obra, por ejemplo en la intervención de las maderas en el zortziko.

Muy importante fue la lectura del primer concierto para violín de Bruch por Vilde Frang una joven y bella violinista (de un tiempo a esta parte todas las intérpretes de este instrumento son jóvenes y muy atractivas y si no que lo digan la Mutter, la Hahn, la Mullova la Fischer, la Jansen y un largo etc.) que unió la sensibilidad al virtuosismo acompañado por una orquesta que supo palpitar con la solista en el vuelo lírico que la partitura demanda, y sus arrestos de fantasía

La séptima sinfonía de Dvorak alentó con una dirección intensa y enérgica el intenso patriotismo que la partitura destila y la rotunda instrumentación que tanto recuerda la tercera sinfonía de Brahms. Pero quizá si hubiera que elegir un momento especialmente cautivador este sería el lento con la intima tragedia y luctuoso acento que su temática explicita. H