Elon Musk sacudió el panorama tecnológico global durante las últimas horas del pasado lunes con el anuncio de que había llegado a un acuerdo con Twitter para comprar la red social a razón de 44.000 millones de dólares, 41.000 millones de euros. El sudafricano, cofundador de PayPal y fundador de Tesla, SpaceX y The Boring Company, entre otras empresas, se hace así con una plataforma con más de 200 millones de usuarios diarios, con una herramienta que le ha traído quebraderos de cabeza, origen de su apartamiento como director de Tesla, y en la que ha dejado momentos para analizar, como las subidas y bajadas de Bitcoin o Dogecoin tras escribir mensajes o bromear.

Lo que vaya a hacer Elon Musk con Twitter cuando se formalice la compra, prevista para este año y sujeta a la aprobación de los organismos regulatorios y de los accionistas, solo lo sabe él, pero el consejero delegado de Tesla ha ido dando pistas de por qué lo ha comprado cómo quiere que sea una red social a la que ha definido muchas veces como “la plaza del pueblo de Internet”.

Libertad de expresión… con matices

El directivo de Tesla, que cuenta con 83 millones de seguidores en la red social, ya ha confirmado que quiere hacer de Twitter esa herramienta para la libertad de expresión que tanto ha reclamado. De hecho, Musk, que se define como un "absolutista" de la libertad de expresión ha criticado en más de una ocasión que Twitter nunca ha sido capaz de aprovechar su potencial para fomentar un discurso libre.

La libertad de expresión es el argumento más esgrimido por el sudafricano, por lo que se puede esperar una relajación de la moderación de mensajes, dando vía libre a todo el mundo para que diga lo que quiera, “siempre dentro de los límites de la ley”, según dijo Musk en una charla TED, eliminando además la limitación de caracteres. “En Twitter se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad. Estoy impaciente por desbloquear todo su potencial con la compañía y los usuarios”, dijo, además, en Twitter. Esto podría ser peligroso, pero el nuevo propietario de la red social tiene en mente dos medidas para evitar que ‘la plaza del pueblo’ se convierta en un campo de batalla.

La más importante en este aspecto es comprobar la identidad de los usuarios, es decir, ponerle nombre y apellidos a las personas que aporten contenido a Twitter. Cómo lo va a hacer, de nuevo, es imposible de saber, pero esto eliminaría de facto la opinión tóxica de muchos usuarios que, bajo la comodidad del anonimato, se dedican a generar conflicto en los muros de la red social. Por otro lado, Musk ha declarado la guerra a los botsbots, usuarios controlados por inteligencia artificial que se dedican a difundir mensajes, positivos o negativos, según la actividad en diversas materias.

Otras medidas, como la de incluir un botón para editar y corregir los tuits no han sido tan bien recibidas, ya que muchos alegan que podría distorsionar el debate, perjudicar la transparencia y generar confusión. Musk se ha escudado precisamente en la transparencia para reclamar este botón y para plantear otras medidas como la publicación del código de Twitter para que otros programadores puedan hacer sugerencias para mejorarlo. En cualquier caso, lo más probable es volver a ver los comentarios de Donald Trump pronto en Twitter. De hecho, algunos usuarios de la derecha norteamericana que habían dejado de publicar en la red del pájaro azul han vuelto, algunos reclamando la vuelta el expresidente norteamericano.

Es indudable que Twitter cambiará para siempre una vez se formalice la compra, pero lo cierto es que Elon Musk no ha comprado la red social como un capricho. De los 44.000 millones de dólares, Musk pondrá de su propio bolsillo 21.000 millones -su fortuna se estima en más de 239.000 millones- mientras que el resto lo pondrán inversores no anunciados. El consejero delegado de Tesla ha confirmado que cuenta con el dinero, aunque nadie lo ha comprobado aún. 

Además, aunque Musk tuviera de verdad intenciones no relacionadas con el dinero para Twitter -él ha confirmado que “no me importa el dinero. Quiero una plataforma que tenga la confianza de todos, que sea inclusiva”-, los inversores que pondrán los otros 23.000 millones querrán retorno de una empresa que el año pasado perdió 221 millones de dólares y en 2020 otros 1.140 millones. 

Además, Elon Musk ya ha usado Twitter para engrosar su fortuna impulsando subidas en Bitcoin tras invertir en la criptomoneda y con otros mensajes polémicos, como aquel en el que anunció que compraría todas las acciones de Tesla para privatizarla en 2018. Es inevitable pensar, entonces, que el sudafricano, amo y señor de la red social, tendrá libertad total para seguir haciéndolo y que incluso tendrá la capacidad de favorecer discursos, ideología o políticos. En ese sentido, Elizabeth Warren, senadora demócrata, ha calificado el acuerdo de “peligroso para nuestra democracia”.

Crónica de una compra anunciada

Ha pasado apenas tres semanas desde que el 4 de abril Musk, que también podría estar interesado en el Grupo Volkswagen, anunciara la compra del 9,2% de Twitter, convirtiéndose al momento en accionista prioritario. En este tiempo, el directivo sudafricano ha tenido tiempo de aceptar un puesto en su consejo de administración, cambiar de idea y rechazarlo, presentar una oferta de 43.000 millones de dólares por la totalidad de la compañía, ser rechazado, negociar con la compañía y cerrar los términos económicos de la operación. Recordemos que la compra no está formalizada todavía. Y todo esto, mientras presentaba beneficios récord con Tesla.

Tras la compra del 9,2% en Twitter y rechazar un puesto en el consejo de administración de la red social, pocos dudaban de que el siguiente paso sería una OPA hostil, que llegó en forma de 43.000 millones de dólares. Desde la compañía tecnológica rechazaron la venta y activaron la poison pill, una medida para defenderse que evita que un accionista tenga más del 15% de la empresa. Elon Musk amenazó entonces con dejar caer la empresa haciendo desplomar sus acciones, al tiempo que ya adelantaba sus planes para Twitter y presentaba una oferta, total y definitiva, asegurando que contaba con 46.500 millones de dólares para comprarla. Finalmente, el 25 de abril el consejo de administración de Twitter aprobó por unanimidad su venta total por 44.000 millones.

Desde el pasado 20 de abril, cuando Musk anunció que contaba con el dinero para hacer frente la compra, las acciones de Twitter se han disparado más de un 14% hasta alcanzar los 51,70 dólares, apenas dos menos de los 54 dólares por acción que el consejero delegado de Tesla pagará por hacerse con la red social. Tesla por su parte, que se disparó un 11% el mismo día por sus históricos beneficios para el primer trimestre, ha caído casi un 8% desde entonces, descenso motivado por el anuncio de que Musk venderá más acciones de la empresa.