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Mundial de Qatar

El relato de Nas Mohammed, un doctor gay, sobre la persecución qatarí a las personas LGBT

Los qatarís gays, lesbianas, trans y bisexuales son sometidos a una amplia persecución, arrestos arbitrarios, vigilancia extrema, terapias de conversión patrocinadas por el Estado y una discriminación generalizada

Logo del Mundial de Qatar en Doha. EP

Nas Mohammed es inmensamente feliz. Desde su pequeño apartamento en San Francisco, celebra esta nueva vida, más libre y suya, a 13.000 kilómetros de su país. Pero le ha costado mucho trabajo. Ahora, batalla para que sus compatriotas no tengan que sufrir como él. Y es que el doctor Nas Mohammed es el primer qatarí en salir del armario de forma pública. A medida que se iba acercando la fecha del próximo Mundial y veía languidecer a los miembros de la comunidad LGBT en Qatar, quiso reivindicar su orientación sexual frente al mundo a través de las redes sociales. Su testimonio ha movido el foco hacia los qatarís gays, lesbianas, trans y bisexuales que, según su gobierno, “no existen”.

“Las personas LGBT en Qatar viven completamente en la clandestinidad”, explica el doctor Mohammed a El Periódico, del grupo Prensa Ibérica. La opresión que sufren también ocurre en la sombra. “Las autoridades de mi país consideran que una persona como yo no existe, que en Qatar no hay personas gays, pero eso es porque es imposible ser visible, es tu condena a muerte”, denuncia. Su orientación sexual o su identidad de género es castigada con una amplia persecución, arrestos arbitrarios, vigilancia extrema, terapias de conversión patrocinadas por el Estado y una discriminación y una culpa generalizada sobre ellas.

En el Código Penal

Cualquiera que comparta contenidos LGBT en redes o que de apoyo a la comunidad puede ser detenido. Las autoridades también censuran los medios tradicionales relacionados con la orientación sexual y la identidad de género, excluyendo este tipo de información de la esfera pública. Además, ser homosexual está sancionado por el artículo 296 del Código Penal qatarí. Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo pueden conllevar penas de prisión de entre tres o cinco años o, incluso, la muerte, aunque no existen pruebas de que se hayan aplicado penas capitales por relaciones sexuales consentidas en privado entre adultos del mismo sexo.

No hay nadie que proteja a las personas LGBT en Qatar. Ni ellas mismas tampoco, porque no pueden organizarse. “El gobierno tiene un control muy estricto de la sociedad civil, es extremadamente difícil pensar en organizaciones o instituciones independientes que no cuentan con la aprobación del gobierno”, explica Tarek Zeidan, director de la organización libanesa Helem que defiende los derechos de las personas queer en el mundo árabe. “Como Qatar es un régimen autoritario, la gente no puede organizarse a ningún nivel ni por ninguna causa”, cuenta Mohammed. “Las autoridades lo consideran terrorismo y lo cierran de inmediato”, añade.

Caminos de supervivencia

Pero personas como el doctor Nas Mohammed existen en Qatar, así que buscan sus propias estrategias de supervivencia. “Mucha gente termina en un matrimonio lavanda, en el que un hombre gay y una mujer lesbiana se casan solo para que la gente piense que son una pareja y para apoyarse mutuamente en el terreno”, cuenta este doctor a El Periódico desde Estados Unidos. Aquellos más privilegiados aprovechan cualquier oportunidad para abandonar su país y vivir una vida en mayor libertad en el extranjero. Pero salir de Qatar sólo es el primer esfuerzo en una larga carrera de obstáculos. 

“Casi no me conceden el asilo porque no hay datos oficiales ni información sobre la violencia y la persecución a la que somos sometidos en Qatar”, denuncia el doctor qatarí Nas Mohammed desde San Francisco

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“Casi no me conceden el asilo porque no hay datos oficiales ni información sobre la violencia y la persecución a la que somos sometidos en Qatar”, denuncia Mohammed. Por ello, organizaciones como Helem tratan de poner cifras a estos abusos que les faciliten argumentar por qué tuvieron que escapar. En el caso de Qatar, además, las autoridades cuentan con otras herramientas para evitar que se vayan, como el control financiero. “Es como vivir en una jaula de oro, ya que en Qatar, nuestros salarios son muy elevados y no pagamos impuestos y si te vas, pierdes todo acceso a tu dinero”, reconoce el doctor. “Por eso, mucha gente decide quedarse y están muy bien financieramente pero están mentalmente destruidos”, apunta. Mohammed ha abierto la Alwan Foundation para acompañarles en el proceso.

"Voces qatarís"

Durante los últimos meses, el debate sobre cómo vivirán el Mundial los fans LGBT que se desplacen a Qatar ha copado titulares. “La mayoría de las preocupaciones que la comunidad internacional y los medios internacionales han expresado es la experiencia de los visitantes, nadie ha puesto el foco en las voces qatarís”, denuncia Zeidan a este diario. La FIFA ha afirmado que cancelará los contratos de la Copa del Mundo de cualquier hotel de Qatar que no permita alojar a parejas del mismo sexo. También el gobierno qatarí ha asegurado a las visitantes que serán bienvenidas al torneo y hasta podrán ondear la bandera del arcoiris. Pero los qatarís que pueden hablar, aquellos en el exilio, denuncian esta doble vara de medir. 

A su vez, los representantes de los fans visitantes les han insistido en que “respeten las diferencias culturales” cuando lleguen al Golfo. “No existe una cultura que inherentemente abuse de las personas; hay regímenes abusivos que hacen eso, así que estos gobiernos deberían denunciar al régimen qatarí, no a nuestra cultura”, subraya Mohammed. Pero, a 13.000 kilómetros del lugar que le vio nacer, este doctor insiste en usar todos los focos puestos sobre Qatar para “hacer lo correcto”. “El Mundial es la oportunidad para que se nos escuche”, subraya desde San Francisco. Por eso, es importante que aquellos que vienen a disfrutar del fútbol no se olviden de Qatar tras guardar la copa en la estantería de trofeos.

“Si Qatar quiere ser moderno y cosmopolita y ser lo que dice ser, la única manera de hacerlo es hacerlo de verdad, no tener ambas cosas: no pueden perseguirnos, ocultarnos y abusar de nosotros y, luego, pretender que son modernos”, insiste este qatarí que consiguió el asilo en Estados Unidos hace siete años. “Si el gobierno de Qatar quiere ser parte del mundo y ser considerado igual que otras naciones, entonces deben respetar los derechos humanos”, concluye antes de volver a admirar su pequeño apartamento en San Francisco.

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