Se conoce la expectativa como aquello que esperamos de nosotros mismos o de los demás respecto a algún suceso o persona. En el ámbito del deporte, las expectativas que un atleta tiene acerca de su rendimiento son de vital importancia para una buena salud mental, y especialmente para que no se produzca un abandono deportivo. Las expectativas, más que los objetivos, van ligadas a la realidad y por ello la clave está en ajustarlas correctamente. A continuación abordamos los problemas que se crean por exceso o defecto de las mismas.

Expectativas más altas

Suele ocurrir en muchas ocasiones que el atleta espera de sí mismo más de lo que realmente está a su alcance. Las personas con expectativas muy altas tienden a sentirse frustrados y abatidos, ya que como su bandera es la perfección absoluta, no contemplan la posibilidad de margen de error, lo cual no es posible.

En cualquier faceta de la vida, como humanos que somos siempre debemos tener presente que el error está presente, y que a todo aquello a lo que nos dedicamos no puede rozar siempre la excelencia. Las personas con expectativas muy altas cuando los resultados no son los esperados tienden a sentirse desanimados, culpables por la situación y no validos para la practica del deporte, planteándose generalmente que si las cosas no mejoran, abandonarán el deporte.

Expectativas más bajas

En personas que presentan baja autoestima y baja auto-confianza suele ocurrir que se tienen expectativas más bajas de lo normal, pues esperan de ellos poco, cuando realmente son capaces de más. Esto suele provocar aburrimiento, ya que estás personas pueden aspirar a metas más altas, pero prefieren plantearlo a la baja, ya que así evitan la sensación de fracaso.

Sin embargo el aburrimiento acostumbra a ser un mal compañero de viaje en el deporte, pues quién no se divierta con algo que requiere de esfuerzo y disciplina tenderá a abandonar o a practicar deporte de forma intermitente y no regular.

La clave está en el ajuste adecuado de las expectativas, es decir, como los objetivos, estas son muy personales, de hecho, deben ser particulares y únicas para cada atleta, y nunca deben ser absolutamente inamovibles ni deben cumplirse matemáticamente, pues ya sabemos que en esta vida muchas veces 2 + 2 no suman 4.

Por ello un buen ajuste de expectativas, requiere de un profundo análisis de nosotros mismos, de que queremos y de cuanta tolerancia al éxito o a la frustración tiene cada persona, para así poder adaptarlas.

*Psicóloga Deportiva

twitter: @mvallsbarbera