La forma en la que hablamos está directamente relacionada con la forma en que pensamos, pues al verbalizar interna o externamente un mensaje, estamos creando un pensamiento que finalmente puede acabar convirtiéndose en creencia.

Por este motivo hemos de procurar ser muy cuidadosos cuando hablamos, con las cosas que nos decimos y en cómo las decimos, puesto que los mensajes que verbalizamos acerca de nosotros mismos pueden llegar a ser muy poderosos.

Poniendo ejemplos significativos, no es lo mismo decir ‘esto es imposible’ que ‘esto es difícil’, ‘no soy capaz’ en lugar de ‘voy a retarme’, ‘no valgo para el deporte’ por ‘voy a mejorar mis habilidades’ o ‘no me salen las cosas como quiero’ frente a ‘voy a revisar mis expectativas’...

Escucho a diario este tipo de mensajes negativos, que son crueles para muchos deportistas, puesto que además de no ayudar en nada, porque son destructivos y no constructivos, con este tipo de verbalizaciones estamos generando en nosotros mismo la creencia de que esos mensajes, que en realidad no dejan de ser interpretaciones subjetivas, son en cambio creencias absolutas.

Un autodiálogo sincero, positivo y constructivo ayuda mucho al deportista, pues genera emociones positivas y condiciona cognitivamente nuestras creencias con confianza y serenidad.

Recientemente, en el Campeonato de Europa de pista cubierta, vimos cómo Ana Peleteiro batía el récord de España de triple salto y además se alzaba con el titulo de campeona de Europa. En el salto donde gana el oro y se bate el récord, se ve cómo Peleteiro mientras está preparada en el pasillo de triple para saltar, se dice a sí misma ‘Ahora, ahora’, con fuerza y convicción. Esto es un autodiálogo potente, beneficioso y motivante para el deportista.

Por este motivo, al igual que las verbalizaciones positivas ayudan mucho, el autodiálogo negativo hace un daño terrible. Un atleta que se dice a sí mismo ‘no puedo’, ‘no soy capaz’, ‘no lo voy a lograr’, ya está consiguiendo el 50% de su fracaso, pues las personas nos creemos firmemente nuestras ideas y pensamientos.

El deportista debe aprender a diferenciar entre creencias y hechos, pues las primeras son subjetivas, mientras que los hechos son objetivos. Las creencias, al fin y al cabo, son interpretaciones subjetivas sobre la realidad, pero son muy potentes y condicionan nuestra actitud y nuestro rendimiento.

Las creencias se elaboran en base a los pensamientos y estos en cierta medida responden a nuestros autodiálogos.

Por ello hay que hablarse siempre de forma positiva. Hay que evitar el tengo que, el debo de, el pero es que, el no...

*Psicóloga Deportiva

twitter: @mvallsbarbera