La trayectoria de la atleta Sofía García Bardoll (22 de octubre del 1980, Castellón) sigue cargada de experiencias tan atractivas como correr en la Gran Muralla China o sobre un lago helado en Siberia. Este verano, sin ir más lejos, ha ganado la quinta edición del Circuito de Carreras Populares Nocturnas Diputación y ha participado en un ultrafondo en Islandia.

—¿Afrontó el Circuito Nocturno con la idea de ganarlo?

—En realidad no, era la primera vez que lo hacía y mi idea era hacer las carreras a modo de entrenamiento, correr diezmiles para ganar una punta de velocidad.

—¿Qué le pareció el circuito?

—Creo que tal vez está más pensado para el corredor de fuera que está pasando aquí sus vacaciones de verano y haciendo turismo.

—¿Cómo ha sido la temporada?

—La verdad es que empecé el año mal, con una bacteria en el estómago que me dejó vacía, con la anemia más grave que he tenido y un déficit en muchas otras cosas que me ha costado mucho remontar. Por fortuna ya estoy muy bien y con muchas ganas de volver a competir a un buen nivel.

—¿En qué tipo de pruebas ha participado en este 2018?

—Después de un tiempo en el que sobre todo hacía carreras cortas y kilómetros verticales, este año he vuelto a la larga distancia. He corrido pruebas como l’Esquella de Pardines, en los Pirineos, de 28 km, o el maratón nocturno Amanece por Chiva de 49 km. Y el pasado fin de semana gané el Trepitja Garrotxa en Olot (Girona), de 53km y con 3.000 metros de desnivel positivo, donde tampoco faltaron la niebla y el viento.

—¿Ha corrido últimamente alguna prueba extrema como cuando corrió en la Gran Muralla China?

—A principios de septiembre participé en el Hengill Ultra en Islandia, una carrera de 52,6 km con 2.300 metros de desnivel positivo, en la que hice 5.53 horas y fui primera en categoría femenina y séptima en absoluta.

—¿Cómo surgió este reto?

—La organización contactó conmigo, me habían estado siguiendo y les gustaba mi perfil de corredora internacional para promocionar la carrera en España y darle más visibilidad.

—¿Cómo transcurrió la prueba?

—No pasamos tanto frío como en Siberia porque en Islandia estaban al final de verano que es como nuestro invierno, pero las condiciones de carrera fueron duras con mucha lluvia y sobre todo niebla. Era una prueba muy técnica y si te despistabas un momento perdías las marcas, lo que me hizo acabar con media hora más de lo que tenía previsto.

—¿Cómo la preparó?

—Suelo preparar cada prueba específicamente, en este caso las carreras del Circuito Nocturno me permitieron llegar a Islandia con volumen pero también con esa chispa en la recámara que te da un entrenamiento más explosivo como es un 10k. Y salió bien.

—¿Qué objetivos tiene ahora?

—Me gusta combinarlo todo y cambiar, asfalto y montaña, distancias cortas y largas... No hago muchos planes pero ahora estoy preparando un desafío muy atractivo, aunque no quiero decir nada hasta que esté cerrado.

—¿Qué es lo mejor que le ha dado este deporte?

—La gente que conoces por el camino y los lugares tan maravillosos en los que he podido correr

—¿Qué le hace seguir calzándose las zapatillas?

—Esto es una forma de vida y si algún día no puedo ponerme las bambas para correr sé que practicaré algún otro deporte porque me encanta, por salud, porque me hace sentirme viva, me hace sentir bien, por la conexión conmigo misma, con el entorno, con la naturaleza... y podría seguir hasta mañana dando motivos.

—¿Y qué le lleva a correr en situaciones tan adversas?

—La lluvia, la nieve, el viento... son parte de la vida real y de la naturaleza, no son algo negativo. Son cosas que están ahí, de nosotros depende integrarnos, como los días de mucho calor, no es algo que podamos cambiar, sino aceptar para continuar.