Eslida y el mes de noviembre siempre han sido, y serán, sinónimo de frío. El pasado sábado 16 de noviembre, no fue una excepción. Con la humedad calándote hasta los huesos, la Serra d’Espadà daba la bienvenida a los cerca de 700 runners que tomaban la salida del VI Marató dels Dements, compartiendo inicio los valientes que competían en la prueba reina, de 42 km y 3.808 metros de desnivel positivo y negativo y un acumulado de 7.616 metros, junto a los de la Mitja d’Eslida, de 21,5 km. Y a ellos hay que unirles los 270 que participaron el domingo 17 en la Mitja d’Aín, de 22,5 km.

Fue, sin duda, una prueba de récord. El leonés Manuel Merillas pulverizó el anterior mejor registro de Miguel Heras (5.15.58 horas) dejando la nueva plusmarca de la competición en 5.11.48 horas. Y lo curioso del caso es que el segundo clasificado, Ricardo Cherta, de Alcalà de Xivert, batió también el récord de Heras, al cruzar la meta en 5.15.53 horas, mientras que el tercer cajón del podio lo ocupo Raúl Criado, que completó 5.25.16 horas.

También un aplauso para las féminas, donde Nerea García empleó 7.26.44 horas para ser la primera mujer, seguida de Xari Adrián, con 7.31.12 h, siendo la tercera Lorena Renau (7.35.08 h).

reconocimientOS / Dichos atletas son los que suben al podio, los que copan casi todo el protagonismo, aquellos cuyas fotos se ven en los periódicos o en los portales de internet... pero el aplauso de los amantes del running debe ser para todos y cada uno de los más de 1.000 adorables insensatos que tomaron la salida, así como los más de 800 que cruzaron la línea de meta.

Els Dements hace honor a su nombre. Porque hay que estar demente para correr dicha prueba, cuyo desnivel roza la locura y no está al alcance de cualquiera, ya que no es apta para novatos. Pero es una carrera que si la sigues sobre el terreno, como hizo Mediterráneo en esta edición del 2019, te seduce, te atrapa, te contagia...

Las caras de felicidad de la salida contrastan con la evolución del sufrimiento de cada runner a medida que transcurren los kilómetros. Pero este reto es diferente. Tienes que no poder dar una zancada más, literalmente, para retirarte. Como le sucedió a Frank Reina, uno de tantos y tantos ejemplos que no pudieron pisar la alfombra azul de la calle Príncipe Felipe de Eslida.

Me quedo con la sonrisa de José Ramón Pérez, uno de los diez finishers de la llamada Ultra Dements, esos atrapados que hicieron el Marató del sábado y la Mitja d’Aín del domingo.

Por no hablar de la forma de engullir plátanos de Lolo Gil en los controles, el abrazo en meta de Jose Alonso a su mujer embarazada, la naturalidad del local Alejandro Domènech corriendo como Pedro por su casa, o con la felicidad de Javi Altava y Quique Grau llegando a meta, este último cogido de la mano de su hija. Son solo unos ejemplos de una carrera en la que la organización cuidó cada detalle antes, durante y tras una prueba que te llega al corazón.