Nada menos que 793 kilómetros son los que lleva recorridos en lo que va de año la castellonense Susana Mingol Paches (15 de febrero del 1966, Castellón), con sus correspondientes 53.370 metros de desnivel positivo. Y es que desde que descubrió su pasión por la montaña, no hay ultrafondo que se le resista.

—¿Cómo empezó a correr?

—De joven siempre había hecho deporte: natación, atletismo, montaña... Hace nueve años tuve una enfermedad y eso supuso un punto de inflexión en mi vida. Al principio te vienes un poco abajo, pero luego luchas y pude superarlo. Entonces decidí tomarme las cosas de otra manera, vivir más. Uno de esos cambios fue empezar a correr por la montaña, era algo que me liberaba.

—¿Cómo dio el paso a la competición, a participar en carreras?

—Al principio no participaba en ninguna, pero empecé a conocer a gente que también corría en la montaña, y eso que poco a poco te vas picando, hasta que en el 2012 corrí en Borriol y después la Penyagolosa Trails MiM.

—¿Cómo fue esa primera MiM?

—No tenía nada pensado, solo acabarla. Es uno de los referentes para dar el salto a carreras más largas y si eres de aquí tienes que hacerla. Me encantó el ambiente en los controles de los pueblos, así que me dije que la montaña ya era parte de mi vida y quería seguir con ello. Pero sin pretensiones, solo corro porque disfruto de estar en la montaña.

—Y de ahí al ultrafondo...

—Sí, en el 2015 ya hice mi primera CSP y cuando acabé pensé, ‘qué burrada acabo de hacer, 115 kilómetros’... pero me llenó tanto que vi que en el ultrafondo era donde más me sentía realizada.

—¿Qué supuso estar entre los mejores del circuito de ultrafondos Spain Ultra Cup 2016?

—Me preparé para ser finisher del circuito, no podía imaginarme que sería quinta a nivel nacional con gente tan buena. Es lo mismo que ocurrió en la CCC del Mont Blanc, donde viví una sensación fantástica al llegar a meta con el aplauso de todos, y cuando encima me dijeron que era la segunda, no me lo podía creer,

—¿Cómo ha seguido después?

—En el 2017 lo mejor fue la participación en la Pierra Menta, una prueba muy aconsejable, con los primeros espadas mundiales, un paisaje increíble y un reto muy duro. Luego, en el 2018 buscamos sobre todo carreras con desniveles muy grandes, como la UTE de la Vall d’Uixó, que es de las más duras de España.

—¿Con qué carrera se queda?

—Con todas, porque todas tienen algo. La de Madeira marcó mucho la temporada, con sus paisajes y dureza; la Blue Trail la disfrutamos con nuestro amigo Eduardo Gil, o Canfranc, que en el 2017 la neutralizaron por ventisca en el km 70 y este año la pudimos acabar. Y desde luego la Diagonale des Fous, que debería hacer todo corredor de montaña.

—¿No hay momentos duros?

—Siempre hay cansancio y tramos difíciles, pero si esto te llena y te gusta, entonces piensas que estás ahí para acabar la carrera y disfrutar de la experiencia.

—¿Qué objetivos tiene ahora?

—El próximo año quiero bajar un poco el nivel porque llevamos tres años muy intensos y hay que dejar descansar al cuerpo. Me he preinscrito a la Mont Blanc reina y la temporada estará en función de si me cogen.

—¿Qué entrenamiento sigue?

—Entre semana hago tres o cuatro días de asfalto porque la gente de montaña tenemos mucho fondo pero esa es la manera de ganar velocidad. Y el fin de semana, tiradas duras de montaña con muchos km y desnivel, unos 30 km el sábado y 15 el domingo.

—Hace poco participó en una prueba de sillas adaptadas para la montaña. ¿Cómo la vivió?

—Es una experiencia que te cambia la mentalidad, disfrutas pero sobre todo ves cómo ellos disfrutan haciendo algo a lo que no sueles darle importancia, te transmiten más de lo que puedes sentir cuando corres. Yo aconsejaría a todos que participen en estas pruebas, que olviden un día el crono y les acompañen.