El corredor Andres Mas Roig (30 de noviembre del 1973. la Pobla Tornesa), fue homenajeado junto a Enrique Prades el pasado diciembre, durante el sorteo de dorsales de Penyagolosa Trails 2019, dado que son los únicos que han completado las 20 ediciones de la Marató i Mitja.

—¿Cómo empezó su vinculación con la Marató i Mitja?

—Es la prueba por la que empecé a correr. Yo venía del senderismo, formaba parte de la Asociación Cultural La Pobla y en aquella época participábamos en la Pujada a la Mitja Lluna, que era similar a lo que después fue la Marató i Mitja pero haciendo senderismo. Entonces impulsaron la Pujada a Penyagolosa, dos años antes de que ya fuera la MiM que conocemos, así que he hecho incluso aquellas ediciones.

—¿Cómo recuerda esos inicios?

—Entonces nadie sabía lo que era una carrera como la MiM. Ahora hay ultras a patadas, pero entonces hacer 65 km en un día era un reto. La primera vez recuerdo que calzaba botas de montaña y llevaba sombrero de paja. La hice en 12 horas y acabé lleno de llagas.

—¿Qué supone el reconocimiento por haber hecho todas las ediciones de la MiM?

—Fue un detalle, aunque no me lo esperaba. Me llevaron un poco engañado porque no soy muy de estos actos, pensaba que iba solo al sorteo, pero estuvo muy bien. Al final es cuestión de suerte haberlas acabado todas, tengo muchos amigos que las han empezado, pero un día han tenido un esguince, o ha hecho calor, algo les ha sentado mal, y solo por eso no las han acabado todas.

—¿Qué representa una prueba como la MiM para usted?

—Se puede decir que ha marcado un poco mi vida. Gracias a la MiM conocí a la gente del club La Pedrera de Borriol, del que formo parte y con los que he compartido muchas cosas. Muchas de mis amistades han surgido en esta carrera, así que le debo mucho, por eso seguiré haciéndola mientras el cuerpo aguante. De hecho, es la única carrera que hago, disfruto yendo a por el dorsal y charlando en meta durante horas. No hay una carrera así en la provincia, subir a Penyagolosa es algo único, y para mí es una fiesta de control en control. Es inevitable sufrir en algún momento, pero no cambio ese día por nada.

—¿Cómo la prepara?

—Ahora arrastro algunos problemas físicos y sobre todo hago bicicleta de montaña, así que la haré casi sin entrenar, aprovechando el fondo que he adquirido con los años y yendo a mi marcha. Hace unos años bajaba de las 8 horas, el récord lo tendré en 7.14 horas. Entonces sí entrenaba más, con rodajes de cuatro o cinco horas.

—¿Cuál es la clave para acabar?

—Hay que saber dosificarse, conocer tu cuerpo y saber el ritmo para llegar. Yo vengo del montañismo y sueles hacer actividades muy largas, así que eso te lo da. No hay que exigirse demasiado sin conocerse bien. Y hay que conocer el recorrido, saber dónde apretar o donde se puede fallar.

—¿Con qué edición se queda?

—Tal vez la primera por acabar ese desafío, aunque era muy distinto, y la de la lluvia, la que estábamos en Castalia y pensábamos que no se daría la salida porque llovía a cántaros, y luego la Rambla venía llena de agua y hubo que desviar algunos tramos. Pero cada una tiene su encanto.

—¿Y algún momento difícil?

—Tal vez algún año de mucho calor, de 30 grados en Torrocelles, pero no tengo un mal recuerdo.

—¿Cómo ha visto la evolución de la Penyagolosa Trails MiM?

— Se ha profesionalizado mucho, ha perdido un poco aquel encanto de cuando íbamos cuatro y era todo muy amateur, pero ahora es un monstruo a nivel mundial y en muchos lugares conocen Castellón por esta prueba. Es el camino que debía seguir la carrera.

—¿Cómo vivió la edición del Campeonato del Mundo?

—Me gustó mucho el recorrido. Se dice que la MiM es bastante corredora pero el año pasado fue más dura, con más sube y baja.

—¿No le tienta la CSP?

—Me atrajo cuando empezó, pero prefiero seguir sin faltar a ninguna edición de la MiM.