La denominada teoría del iceberg defiende que del éxito solo es visible una mínima parte, es decir los resultados. Sin embargo, el grueso del iceberg, es decir, donde realmente se asientan las raíces y lo que no es visible, es donde se encuentra la verdadera esencia del éxito o del rendimiento deportivo.

¿Que elementos del éxito son los no visibles?

Trabajo duro: el trabajo concienzudo y persistente es el que dará los frutos en cuánto a resultados o mejora en un un deportista. Incluso el atleta con más calidad y genética a su favor, requiere de un duro trabajo de entrenamientos detrás.

Fallos: equivocarse y errar son elementos fundamentales para el éxito deportivo. Ya que del error surge el aprendizaje.

Sacrificio: obviamente el deporte requiere de disciplina, y esto suele ir asociado a sacrificios. Hay que tener siempre a la disposición del deportista un tiempo para su ocio y esparcimiento, ya que es fundamental a nivel psicológico. Todo deportista sabe que al comprometerse con un objetivo tiene que renunciar a otras cosas y sacrificarse para sacar el objetivo adelante.

Persistencia: en muchas ocasiones hemos comentado que el milagro no existe, y que tras un rendimiento deportivo óptimo hay detrás trabajo en forma de numerosos entrenamientos, constantes luchas contra el crono, kilómetros y kilómetros recorridos por asfalto o montaña... solo así, siendo persistente y constante se pueden lograr los objetivos.

Dedicación: insisto en que todo deportista requiere de su tiempo de ocio, tiempo libre y esparcimiento, debido a que esto es fundamental para la correcta salud mental del deportista y de cualquier ser humano. Pero el deporte lleva intrínseca la dedicación y el empeño.

Buenos Hábitos: Es necesario para optimizar el rendimiento deportivo, que el deportista disponga de unos hábitos saludables, de alimentación, de hidratación, de descanso, de horas de sueño. Se pueden realizar entrenamientos brillantes, pero si el deportista no se cuida los resultados no aparecerán y probablemente además la consecuencia sea una lesión.

Decepción: la decepción es positiva si se sabe enfocarla, pues finalmente nos hace sentir que esperábamos más de nosotros, y esto nos lleva a analizar profundamente una situación. Decepcionarse es bueno, puesto que nos brinda la oportunidad de analizarnos y conocernos.

Los elementos clave no son ningún descubrimiento, pero está comprobado que cumplirlos es una de las tareas más difíciles de llevar a cabo para los deportistas.

*Psicóloga Deportiva

twitter: @mvallsbarbera