El mundo de la automoción, como la gran mayoría de los sectores industriales y comerciales del país, ha tenido que paralizar su actividad por completo, siguiendo las recomendaciones sanitarias y las indicaciones de las Administraciones Públicas, a causa del Estado de Alarma. decretado por la crisis sanitaria internacional del Covid-19.

Tanto las fábricas de automóviles existentes en España -17 en total- como las redes de concesionarios oficiales se encuentran en stand by desde el pasado lunes. Las factorías han cancelado toda su producción, a corto plazo, mientras las empresas distribuidoras han limitado su actividad a los servicios mínimos de urgencia que algunas de ellas están prestando en sus talleres de forma excepcional.

En un año que ya se anunciaba incierto y complicado, como consecuencia de la entrada en vigor de la nueva normativa de emisiones y el consecuente impulso de la electrificación, este imprevisible parón de actividad ha elevado la situación a una nueva dimensión que, logícamente, trasciende más allá del propio sector automovilístico.

La cancelación del Salón Internacional de Ginebra a principios de este mismo mes de marzo se convirtió ya en un aviso a navegantes, aunque entonces nadie podía calcular el alcance actual del problema. El domingo, Anfac y el resto de las asociaciones nacionales del sector emitieron un comunicado conjunto proponiendo un plan de choque para un sector estratégico, que representa el 10% del Producto Interior Bruto Español y miles de puestos de trabajo directos (el 9% de la población activa, según datos de Anfac) además de otros tantos indirectos. Dicho plan incluía una serie de medidas que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya anunció el martes.

La automoción, por tanto, permanece en casa, como el resto de los sectores del país, y la propia sociedad en general, a la espera de los acontecimientos.