Carlos Sainz ha vuelto a ganar el Dakar. A sus 57 años y cuando está a punto de celebrar el 40º aniversario de su debú como piloto, el madrileño ha vuelto a demostrar su calidad al volante, una innata capacidad de desarrollar coches ganadores y, sobre todo, una incombustible pasión por la competición.

Su palmarés es apabullante. Ahí quedan para la historia dos títulos mundiales de rallys, otros cuatro subcampeonatos y sus tres triunfos en el Dakar conseguidos, por cierto, con tres marcas distintas. Yo, sin embargo, me quedo sobre todo con la demostración de entrega y tenacidad que está mostrando en esta última etapa de su trayectoria deportiva.

Con 57 años, un palmarés como el suyo y la vida solucionada, Sainz podría acercarse al Dakar con el único objetivo de disfrutar de la carrera y, en cambio, afronta cada participación con una pasión y una capacidad de trabajo que parece no tener límites.

El suyo es, sin duda, un ejemplo de cómo entender las carreras y, en definitiva, la vida. Es posible que Sainz vuelva al Dakar en 2021. O quizá no. Pero haga lo que haga, gracias por todo.