Por diversas circunstancias, en los últimos meses en Mediterráneo hemos tenido la oportunidad de realizar varios miles de kilómetros al volante de distintas versiones del Seat Ibiza.

En todos los casos, las sensaciones que el utilitario español nos ha transmitido han sido siempre muy positivas, porque la puesta a punto de su bastidor le confiere un comportamiento muy efectivo y dinámico.

La única versión que nos quedaba por probar es, precisamente, la más ecológica de la gama. El Ibiza TGi cuenta con la etiqueta Eco de la DGT y ofrece la posibilidad de utilizar indistintamente gasolina y gas natural comprimido (conocido comercialmente como GNC o GNV), contando para ello con un motor específicamente adaptado y dos depósitos independientes, uno de 40 litros para la gasolina y otro con 13 kilos de capacidad para el gas.

dos gotas de agua Exteriormente, las diferencias con respecto a un Ibiza 1.0 TSi de gasolina son inexistentes. De hecho, a igualdad de acabado -el FR en el caso de nuestra unidad de pruebas- es casi imposible distinguir una versión de otra. Lo mismo ocurre en el interior, donde el ambiente es idéntico.

Como único elemento específico, el conductor cuenta en el tablero de instrumentos con un indicador del nivel de combustible disponible en cada depósito. Y de la misma forma, el ordenador de viaje también informa de los consumos registrados con cada uno de ellos.

En marcha, el Ibiza TGi siempre prioriza el uso del GNC sobre la gasolina, porque resulta más económico y también más ecológico. Cuando el depósito de gas se vacía el motor comienza a moverse con gasolina, de forma automática y sin que el conductor tenga que realizar ninguna operación.

RENDIMIENTO El comportamiento es tan eficaz y divertido como el de cualquier otro Ibiza, aunque es cierto que los 90 caballos de esta versión pueden quedarse cortos para aquellos usuarios que utilicen el coche a plena carga o busquen unas prestaciones destacadas. Entonces, la opción más adecuada es el motor TSi de 115 CV.

A cambio, los consumos son ajustados y, cuando se utiliza GNC, se asocian además a unos costes de utilización sorprendentes. Durante la prueba y sin realizar una conducción especialmente eficiente, la autonomía disponible con un depósito de gas rozó los 250 kilómetros, con un coste en torno a los diez euros.

La única limitación real para el uso de un modelo de GNC es la escasa red de puntos de repostaje. El único abierto al público en la provincia de Castellón está ubicado en la Ciudad del Transporte, junto a las instalaciones de Transportes Monfort.