Seat está conmemorando este año el 50º aniversario del lanzamiento de otro de sus modelos más representativos, el 1430. Y para recordarlo, qué mejor que compararlo con el León, una de la grandes estrellas de la actual oferta del fabricante español.

Ambos coches comparten muchas más similitudes de las que pueda parecer, porque los dos responden a un mismo concepto de vehículo y fueron diseñados para cubrir las necesidades de un mismo perfil de cliente. Obviamente, los 50 años que los separan marcan grandes diferencias y permiten analizar la tremenda evolución tecnológica que el mundo del automóvil ha sufrido en todo ese tiempo.

A pesar de ello, sus dos propulsores mantienen muchos elementos comunes. El motor de cuatro cilindros y 1.438 centímetros cúbicos que impulsó al ‘catorcetreinta’ ofrecía una versatilidad que permitió utilizarlo en otros modelos tan distintos como el Seat 131, el Fura Crono o el Ronda. De la misma manera, el cuatro cilindros TSi de 1.498 centímetros cúbicos del León también se monta actualmente en otros coches como el Arona, el Ateca o el nuevo Tarraco.

El motor de 1.969 entregaba 70 caballos y estaba alimentado por un carburador Weber. El TSi del 2019, en cambio, ofrece 150 CV e incluye un sistema de gestión de los cilindros, que permite desconectar dos de ellos para reducir los consumos. Cosas de la evolución tecnológica.