Hubo un tiempo en el que Castellón tenía muchas cosas en común con Broadway. ¡Y no es una broma! En 1894 en el distrito neoyorkino se inauguró el primer gran teatro: el Olympia. A miles de kilómetros, en Castellón, y también este mismo año, subía el telón el Teatro Principal. Lo hacía en el mes de febrero y, rápidamente, aquel edificio que tardó nueve años en construirse y costó 400.000 pesetas, se convirtió en uno de los emblemas de la capital de provincia. Los otros dos eran el Fadrí y la ermita de la Magdalena. Un coliseo que este febrero cumple 125 años y que es mucho más que el gran templo de la cultura de Castellón. Es todo un referente social.

Aquel coliseo ideado unos años antes por el gobernador y literato Ramón de Campoamor (el mismo que ideó abrir un camino que conectará la ciudad con el Grao) y que diseñó el arquitecto Godofredo Ros de Ursinos se construyó finalmente en la plaza la Paz. Fue la opción elegida (hubo muchas voces que apuntaron a que la mejor ubicación era la plaza Tetuán), y a principios del siglo XX aquella plaza y sus alrededores se convirtieron en la Gran Manzana de la Plana: el Principal era el centro neurálgico, al que unos años después se unieron el cine La Paz, que después del trágico incendio de 1918 pasó a llamarse Rialto, y el Novedades, que unos años más tarde adoptó el nombre de Capitol.

El Principal no fue el primer teatro que existió en una ciudad eminentemente agrícola y que a finales de siglo contaba con poco más de 30.000 habitantes, pero sí el más grandioso. El Casino Viejo, ubicado en la calle Mayor fue el más antiguo y mantuvo sus actuaciones hasta bien entrado 1881 y, unos años antes, en la plaza Tetuán, un café teatro ofrecía algunos espectáculos a una sociedad que cada vez demandaba más y más entretenimiento.

Aquellas salas teatrales pronto se quedaron pequeñas así que el Ayuntamiento se puso manos a la obra y encargó a Ros de Ursinos levantar un gran coliseo. Se inauguró el 15 de febrero de 1894 y el telón de boca de Ricardo Alós (en España solo hay otra pieza de similares características y está en Zaragoza) se subió por primera vez para ver y escuchar la zarzuela El Ángel Guardián. Su inauguración fue todo un acontecimiento y los periódicos de la época contaban que la expectación fue enorme. Las entradas (1.239) se agotaron en cuestión de minutos y a las ocho de la tarde en la plaza la Paz no cabía ni una aguja. Lo nunca visto en Castellón.

MUCHO MÁS QUE UN TEATRO

Antonio Gascó, cronista oficial de Castellón, apunta que el Teatro Principal es el gran referente cultural de siglo XX. «Lo es por la gran y variadísima actividad cultural que ha albergado. Ópera, comedia, drama, revista, espectáculos de variedades, conciertos de música, representaciones cinematográficas y hasta combates de boxeo, además de una infinidad de actividades culturales de carácter local», recuerda. Para todos aquellos que aman el teatro y la cultura, el Principal ha sido su casa. «El papel del Teatro han sido extraordinario», resume Salvador Bellés, que se ha subido en multitud de ocasiones al escenario de la plaza la Paz. «Lo he hecho como actor, como presentador de galas...», cuenta.

Pero es que, además, el templo cultural de Castellón es una joya desde el punto de vista arquitectónico: desde la fachada de corte Neoclásico en la que se pueden ver a los grandes dramaturgos de la historia hasta los lienzos pintados al óleo que decoran la bóveda, obra de Ferrer Calatayud y Pérez Olmos. El Principal se convirtió desde el minuto uno en uno de los emblemas de la ciudad y fue testigo de la expansión de la villa. Dos años después de su apertura, en 1896, se inauguraba la estatua de Jaime I y 13 más tarde abría el Hospital Provincial.

PIQUER, FLORES, ESPERT...

La historia del Teatro Principal (nació gracias al impulso del Ayuntamiento, aunque rápidamente lo vendió) está directamente ligada a la historia de los ciudadanos de Castellón. Y no solo a los de la capital. La prueba está en que durante años las sesiones se adaptaron al horario de La Panderola para que los vecinos de Almassora, Vila-real u Onda puedan asistir a las funciones. Sus butacas son testigo mudo de decenas de historias de amor y por su escenario desfilaron las más altas figuras del panorama artístico y cultural de cada momento. «Todos los artistas que actuaban en los mejores teatros españoles venían a Castellón, y venían al Principal», cuenta Gascó.

A lo largo de su historia, el Principal de Castellón ha cultivado todos los géneros de las artes escénicas y por su escenario han desfilado grandes figuras, en una programación que no se interrumpió ni siquiera durante la Guerra Civil. Las compañías de Antonio Vico, María Guerrero, Enrique Borrás, Rosario Pino o Margarita Xirgú, que representó La Marianela de Pérez Galdós, desfilaron por el coliseo de la capital y llenaron hasta la bandera. También actuaron compañías de zarzuela u ópera italiana, mientras que los conciertos, que durante los primeros años no fueron demasiado frecuentes, se relanzaron una vez se creó, en el año 1923, la Sociedad Filarmónica.

La actuación de Jorge Negrete, en septiembre de 1948, fue todo un acontecimiento social (cuentan que las mujeres hicieron cola para ver al cantante mexicano y en Castellón hubo más de un enfado matrimonial), como también lo fueron, algunos años más tarde, los conciertos de Imperio Argentina, Concha Piquer. Estrellita Castro o la pareja formada por Lola Flores y Manolo Caracol. A partir de los sesenta, y coincidiendo con el resurgir del teatro, pasaron por Castellón actores de la talla de Nuria Espert, Adolfo Marsillach o Concha Velasco.

El de Armando Alegre es otro de los nombres propios del Principal. Fue su gerente durante 30 años, desde 1978, y logró que todas las obras y espectáculos que se estrenaban en Madrid pasaran por Castellón. La lista de artistas es interminable: Lindsay Kemp, Irene Gutiérrez Caba, Lola Herrera, Rafaela Aparicio, Tania Doris... En 1998, el Consell compró el Principal por 951 millones de pesetas, lo reformó y un año más tarde, lo reabrió al público. Aunque eso es ya otra historia.