Distancia de seguridad, mamparas, toma de temperatura, mascarillas, geles hidroalcohólicos... el covid ha obligado a las empresas de Castellón a adaptarse en tiempo récord a una nueva normalidad marcada por la pandemia y a hacer frente a un fenómeno con el que no contaban: la actividad intermitente de muchos de sus trabajadores. Desde que se decretó el primer estado de alarma, el pasado 14 de marzo, casi 2.600 profesionales de la provincia han pedido cada mes la baja por culpa del coronavirus y cada uno de ellos se ha ausentado de su puesto de trabajo una media de 18 días.

Los datos que maneja la seguridad Social son contundentes. Desde que estalló la crisis hasta finales de octubre, 17.936 autónomos y asalariados de Castellón se han visto obligados a solicitar una baja médica y ausentarse del trabajo bien por haber contraído la enfermedad o para someterse a una cuarentena ante la sospecha de estar infectado. O lo que es lo mismo: una media de 2.562 al mes. 366 a la semana. 52 al día.

Para hacerse una idea de la magnitud de esta cifra basta con apuntar que supone un 7,55% del total de afiliados a la Seguridad Social. Es decir, siete de cada cien trabajadores de la provincia han estado ya de baja por covid-19 cuando aún no ha transcurrido un año desde el estallido de la pandemia. A nivel nacional, y hasta octubre, han sido 1,9 millones los empleados de baja, aunque el departamento que dirige José Luis Escrivá estima que el 2020 se ha cerrado con 2,5 millones de incapacidades temporales por coronavirus (un afiliado puede haberse visto inmerso en varios procesos de incapacidad a lo largo del año).

La irrupción del covid ha trastocado las causas que derivan en una baja laboral. «Hasta ahora para que existiera una incapacidad laboral se debían cumplir dos requisitos: recibir tratamiento por la enfermedad y estar incapacitado para trabajar. Con la pandemia ha habido un cambio de normativa y mucha son preventivas», coinciden en varias mutuas consultadas. De hecho, y según datos del Ministerio, el 25% de las bajas se corresponden con casos de covid confirmados con prueba diagnóstica, mientras el 75% son aislamientos con baja médica, aunque no dispongan de una prueba positiva, ya sea por ser contactos de un infectado o por estar enfermos pero no haberse hecho la PCR.

Un sistema ya saturado

Por muy imponentes que puedan resultar las cifras, a la estadística de bajas por covid hay que añadir las incapacidades por enfermedades comunes lumbalgias, resfriados o cuadros de ansiedad. Y aunque estas últimas ya no son tan numerosas como en años anteriores, la realidad es que los partes por enfermedades comunes alcanzan en la provincia los 2.897 al mes y su duración media es de 66 días. Sumando las dos causas, el resultado son 5.500 partes mensuales.

El aluvión de partes ha saturado todavía más los centros de atención primaria de Castellón. María José Rivas, médico de familia en Vila-real y vocal de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, explica que si en circunstancias normales las bajas laborales suponen entre un 8 y un 15% de las consultas diarias, en los últimos meses la situación ha cambiado drásticamente, sobre todo en las últimas dos semanas. «Las bajas a los pacientes covid y los partes por cuarentena a los contactos ya son entre el 50 y el 75% de las consultas», resume la facultativa. Y a todos esos pacientes hay que hacerles el mismo seguimiento: un parte de baja, el de confirmación a los siete días, y el de alta, cuando se da. Hay que rellenar la documentación y enviársela al paciente y, con la presión asistencial, muchos trámites se eternizan.

El colapso del sistema sanitario explica también porqué en Castellón ha aumentado el número de bajas de larga duración, aquellas que se prolongan más allá de un año y que requieren de una revisión por parte del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). María Victoria Garrido, inspectora de Castellón y presidenta de la Asociación Profesional de Médicos Inspectores de la Seguridad social (Apromess), confirma esta situación y asegura que muchas de las bajas laborales «se están emitiendo y sosteniendo sin control mientras que otras muchas se están prolongando ante la falta de atención del sistema».