La ciudad de Castelló está rara y silenciosa. Desde hace cuatro semanas, el coronavirus le robó su marzo jubiloso y ahora, en el mes de abril, hace lo mismo con la Semana Santa (declarada Fiesta de Interés Turístico), uno de los reclamos del año para venir de vacaciones a la capital de la Plana.

El paisaje urbano de la ciudad turquesa y naranja es la viva imagen de la soledad creciente, como una triste luna de Nisan posterior al Jueves Santo en estas fechas de un amargo invierno de primavera.

Para la mayoría de los castellonenses, el confinamiento es palabra de ley, pero para una excelsa minoría el quedarse en casa no es una opción. Los operarios de las llamadas actividades esenciales siguen yendo a trabajar cada día. Muchos, sabiendo que no le compensarán las ganancias, pero «es de obligado cumplimiento estar» con pusilánime resignación

Es el caso, por ejemplo, del sector del taxi. Testimonios de profesionales del volante recogidos por Mediterráneo coinciden en señalar la «inutilidad» de su trabajo en estos días de cuarentena, pero «es lo que nos toca». José Vicente Granell desgrana las vicisitudes de los taxistas en tiempos de la ira.

«Apenas realizamos cuatro servicios al día, la mayoría, traslados de médicos a ver a sus pacientes en atención domiciliaria», explica Granell. Apunta que salir en la cuarentena no les «compensa». «Nuestros beneficios han descendido hasta un 80%».

Apenas 75 euros

«Si es que no hay nadie por la calle y, sin embargo, nosotros sí estamos», dice. En época normal «podemos ganar 400 euros a la semana, mientras que estos días apenas llegamos a los 75 euros.

Otro taxista, Valentín Gallén, abunda en la pérdida de tiempo y la escasez de ganancias trabajando en el taxi. «Pero, además, con el consiguiente pánico al contagio; mi mujer es población de riesgo y tengo el miedo metido en el cuerpo», indica Gallén, que apunta que si se prolonga esta situación «perderemos también la temporada de festivales, que siempre se convierte en un incremento del negocio».

El presidente de la Asociación Provincial del Taxi, Joaquín Mollón es taxativo ante la situación generada por el coronavirus: «Esto es un desastre». Pero, además, si en un futuro próximo se concediesen más licencias «yo sería el primero en vender la mía», como ejemplo gráfico de una actividad que va perdiendo dia a día protagonismo económico y social.

«Únicamente nos está salvando el convenio que hemos firmado con la Conselleria de Transportes, por el que trasladamos personal sanitario hasta la casa de los enfermos», describe Mollón el momento que vive el sector del taxi, agravado ahora por la crisis sanitaria, y que les ha obligado a estar en las calles desde que comenzó el estado de alarma.

«Tenemos que estar al pie del cañón», indica, casi como un reproche, la farmacéutica Rosa Tirado. Su oficina de farmacia en la Ronda Magdalena parece un espacio de ciencia ficción o de película sideral, más que una botica. Una gigantesca cortina transparente separa el mostrador de la clientela, guardando la distancia exigida a tenor de los acontecimientos sobrevenidos.

La responsable de la farmacia, que está acompañada por su auxiliar, Marián Agost, es consciente de la labor que están realizando, pero reclama: «Nos tenían que haber ayudado más». «No nos han facilitado ni guantes, ni mascarillas, ni sistemas de protección», destaca Rosa, quien añade: «Estamos a todas horas facilitando medicamentos, no solo a los que vienen a la farmacia, sino también llevando medicinas a la gente mayor de nuestro barrio», describe Rosa Tirado. Unas circunstancias excepcionales para el sector farmacéutico.

Por su parte, la doctora Charo Palau califica de «extraordinaria» la experiencia de estar ejerciendo la profesión en las actuales circunstancias de la pandemia. «Habrá un antes y un después en el sector sanitario» tras lo que estamos pasando y «lo mucho que estamos trabajando», indica esta facultativa, que reconoce su vocación, por la Medicina.

«Me quedo con el ambiente que se está viviendo entre los compañeros, el ir aprendiendo día a día y el vivir unas circunstancias que nunca me habían pasado en 30 años de profesión», asegura la médico, quien agradece la paciencia y el apoyo de sus pacientes en un «viaje en el que estamos todos en el mismo barco», sentencia Palau.

Trabajadores esenciales como bomberos, policías, ejército, supermercados... que siguen la estela de José Vicente, Valentín, Rosa, Marián, Charo...porque todos somos Fuenteovejuna.