Cuando un paseante se acerca a la playa del Pinar de Castellón y se coloca frente al Planetario no puede evitar pronunciar aquello de “qué lástima... con lo espectacular que es el edificio y lo bien situado que está y aquí no hay ni un alma”. Razón no le falta. Hay días (la mayoría) en que allí no va ni Dios. Pocos se deciden a cruzar la puerta, a contemplar el péndulo y ver alguna de las exposiciones programadas. Tampoco hay mucho que ver, pues solo se programan dos muestras al año. En época escolar al Planetario le salvan los colegios. Gracias a los alumnos de entre 3 y 12 años, el número de visitantes se mantiene más o menos estable. Y poco más.

El que para muchos es uno de los edificios más desconocidos de Castellón cumple 25 años. El 9 de mayo de 1991, el entonces alcalde de Castellón, Daniel Gozalbo, y el presidente de la Generalitat, Joan Lerma, cortaron la cinta inaugural del primer gran observatorio astronómico valenciano. El proyecto, un empeño personal de Gozalbo (matemático de profesión y gran aficionado a la ciencia y a la astronomía) y promesa electoral del PSOE de la época, costó casi 500 millones de las antiguas pesetas y estaba llamado a convertirse en todo un referente cultural y de divulgación científica, aunque resulta obvio que todo lo proyectado en aquellos años se quedó prácticamente en nada.

Ubicado en una parcela de 10.000 metros cuadrados, el edificio del Planetario (en forma de estrella de tres puntas) ocupa 2.650 metros. Del Planetario destaca la cúpula, de 17,5 metros de diámetro, instalada en diciembre de 1990, y que corona un edificio de 25 metros de altura. Y junto a él, la estatua de hierro Hembra del Mar, del escultor Juan Ripollés, de 38 toneladas de peso y una altura cercana a los 20 metros.

Cuando Daniel Gozalbo lo ideó, el Planetario estaba destinado a convertirse en mucho más que un centro de divulgación científica y astronómica. La idea, según recogen las crónicas de la época, era transformarlo en un macrocomplejo cultural y turístico al lado del mar. Había muchos proyectos, desde trasladar el pabellón de la Comunitat Valenciana en la Exposición Universal de Sevilla hasta albergar la construcción de hoteles y residencias para turistas. Pero finalmente no se hizo ni una cosa ni la otra.

Al cabo de unas semanas de su inauguración, Daniel Gozalbo perdió las elecciones. El 26 de mayo de 1991 hubo comicios municipales y José Luis Gimeno (PP) se hizo con la alcaldía de la capital. Nuevo gobierno y nuevos planes para un Planetario lleno de problemas. Porque el edificio ya nació inconcluso. Ocisa, la empresa constructora y cuyo propietario era Florentino Pérez, desapareció al poco tiempo de finalizar las obras y nadie se quiso hacer cargo de los fallos de las obras. Y eran innumerables: goteras en la cúpula, un entorno sin adecentar y grandes fallos en el alcantarillado. Poco a poco el edificio iba languideciendo, al tiempo que se extendía la leyenda urbana de que el Gobierno del PP le daba la espalda al recinto porque era un proyecto socialista. No obstante, el que durante años fuera concejal popular de Cultura, Miguel Ángel Mulet, siempre lo negó.

30.000 VISITAS AL AÑO // Polémicas aparte, la realidad es que el Planetario de Castellón apenas ha evolucionado. Los datos que maneja la dirección del recinto hablan de una media de 30.000 visitas al año. Hace unos años, antes de la inauguración del Hemisfèric de Valencia (1998), eran más de 50.000. “Hoy en día tenemos dos perfiles de visitantes muy diferenciados. En época escolar, la mayoría son alumnos de colegios, tanto de Castellón como del resto de la Comunitat. En verano, el grueso son turistas”, apunta Jordi Artés, director del Planetario.

Pese a que los datos no son malos (el Hemisfèric valenciano tiene casi 300.000 visitas anuales y el Planetario de Madrid, 160.000) todavía hay cientos y cientos de personas de Castellón que no conocen su planetario. Nunca han estado dentro y eso que visitar el recinto no es caro. En el caso de un grupo escolar cuesta 2 euros por alumno. Si es una visita individual el precio es de 4 euros (3 si se trata de menores o jubilados). “A toda esa gente que aún no conoce el Planetario le diría que vengan y entren en el edificio, porque se van a quedar sorprendidos”, dice Artés.

El actual equipo de gobierno municipal es consciente de que el Planetario se hace mayor y sigue infrautilizado. “Nos hemos encontrado con unas instalaciones sin mantenimiento, totalmente descuidadas, con poco personal y abandonadas desde el punto de vista político”, resume Verònica Ruiz, concejala de Cultura del consistorio de la capital. Pero eso se va a acabar. Una de las prioridades del área de Cultura, y también un empeño personal de la concejala, es reinventar el Planetario, dotarlo de contenido y convertirlo en un referente cultural y científico. “En estos últimos años la media eran dos exposiciones anuales. En los últimos meses ya llevamos cuatro, y eso es solo el principio”.

EL OBJETIVO, REINVENTARLO // De lo que se trata es de dar un giro radical a la trayectoria del edificio. “En un mes tendremos sobre la mesa un informe de viabilidad y estamos en contacto con planetarios que funcionan muy bien, como el de Madrid o el de Pamplona. La idea es dotarlo de más contenido y también de más personal”, resume la edila.

Pero, ¿cómo se puede reinventar un edificio que ha estado 25 años infrautilizado? Una de las claves está en el contenido. Y ahí la labor va a ser titánica. Hoy por hoy el Planetario tan solo acoge dos jornadas anuales: un congreso astronómico (la última edición se celebró a mediados del pasado mes de marzo) y otro de geología, que es bianual. “De lo que se trata es de innovar, de abrirlo a los colegios a través de concursos de pintura y también acercarlo a la ciudadanía, dotándolo de mas contenidos”, sentencia Ruiz. H

El artífice del Planetario fue el socialista Gozalbo, alcalde de 1987 a 1991

Tardó año y medio en construirse y costó casi

500 millones de pesetas