Hace un tiempo tuve la inmensa alegría de poder recordar públicamente los nombres de una pareja de fotógrafos de prensa de mi juventud, diría más bien fotógrafos de sociedad, José Gimeno y Juan Borrás. Y lo hice para halagar a mi reina de las Fiestas, Raquel Borrás Selfa, de cuya gran galanía fui su galanteador.

Pero está hoy la página dedicada a los Wamba, porque, en su archivo de fotografías de la historia de Castellón, acabo de encontrar una fotografía de Raquel, sonriendo, con su traje de reina castellonera y su banda verde donde destacaba el año 2007.

Con este hallazgo, he podido comprobar lo que el archivo de los fotógrafos Wamba constituye una muestra inigualable de la historia de Castellón, toda la historia de un pueblo, políticos, artistas, grandes urbanizaciones, edificios singulares, medianos y pequeños empresarios, todos los castellonenses que han ido de Romería a la Magdalena.

Tiene tanta magnitud de atractivos y documentos, que varias empresas de distinta calificación han intentando adquirir el archivo completo. El grandioso y valiosísimo archivo de los Wamba, familia que en lo personal ha vuelto a un primer plano últimamente con el fallecimiento de la tercera generación de los Wamba. Me refiero al joven Jorge Traver Meliá, el nieto del primer Wamba, padre de la que era la cuarta al incorporarse en la saga, casado con Elisa Serrano Cervera, que fueron padres de Pau y Lupe, la cuarta dinastía.

EL PRIMERO. Vicente Traver Sanz fue el fundador de la saga. Rosa Sanz y José Traver fueron los padres. Nació el 24 de agosto de 1916. Y al casarse con Natividad Martí Ardiez, el 23 de mayo de 1945, en la iglesia de la Trinidad, tuvieron un único hijo, que también se llama Vicente, y que es el continuador de su mágica trayectoria y que, a su vez, ha sido el padre de Rosa y del recientemente fallecido Jorge, que ha sido el artista continuador del arte de su padre y su abuelo. El primero de los Wamba pasó una juventud cargada de búsquedas.

Fotógrafo ya de nuestro Mediterráneo, con la continuación en la agencia Cifra Gráfica, en la agencia Efe, y al cambiar su moto Ariel por la entonces moderna Vespa, ya llevaba escritos los nombres de El Ruedo, Marca, además de Cifra, para demostrar a quien lo viera que él era el fotógrafo cronista gráfico de Castellón. El mejor especialista.

En la vida social y festiva, pertenecía a la peña Wamba, y al ser su cabecilla y el más inquieto, el nombre ya ha quedado para siempre en su leyenda y en la de sus herederos. Todos Wamba.

EL MIRACLE. Hubo un momento en la vida del primer Wamba, en que llegaron hasta él noticias de Ignacio Mariezcurrena, que fue tal vez el primer fotógrafo de prensa de Castellón y que en el periódico El Imparcial, ya anunció en 1867 que ponía a la venta sus fotografías. Ya en su tiempo, al llegar a la provincia la mágica noticia de la posible aparición de la Virgen en la roca de La Morería de les Coves de Vinromà, Wamba se puso en marcha. Se fue en busca de las más de cien mil personas que llegaron en diciembre de 1947 a les Coves, atraídos por la curiosidad, por la fe o por la esperanza de una curación, dijera lo que dijese la iglesia. Y también Wamba vivió unos días de excitación. Y lo hizo inventando un curioso negocio, la ocasión era propicia. Se llenó los bolsillos de carretes Kodac, Agfa y Valca y empezó a fotografiar, uno por uno, a todos cuantos querían tener testimonios de que también habían estado en las Cuevas. Convenció a Paco Chiva, de Fayos, el padre de los Chiva de las ópticas, y éste le revelaba las fotos al instante. Y las imágenes de la mañana ya estaban dispuestas por la tarde para mostrarlas como un milagro más. Vendía cada pequeña foto por 50 céntimos. Pero al día siguiente, tanto ir y venir, ya valían una peseta. Y al tercer día, dos, al siguiente, cuatro pesetas. Todos hablaban de El Miracle. Wamba se preguntaba dónde abriría la tienda para dedicarse al comercio de la fotografía.

Hoy está la huella del archivo que ha quedado para la posterioridad, hechos y personas.

LAS TIENDAS. Las tiendas de fotografía de Wamba eran como un símbolo de estabilidad, los reportajes para los periódicos daban mucho trabajo y no demasiado dinero. También, pinturero y presumido, gustaba de pasear por la ciudad sin prisas: Taller y laboratorio en la calle de San Vicente, donde ahora han vuelto su hijo y su nieto, a modo de acto de recuperación del tiempo pasado. Los dos forman la imagen familiar que ilustra la página. Después y con mucho orgullo, una nueva tienda en el entorno de las mismísimas cuatro esquina. Y, finalmente, en la céntrica calle Mayor, con unos años de gran esplendor en todos los aspectos.

PASA EL TIEMPO. Aparentemente lenta, la evolución del mundo de la fotografía no ha cesado desde aquel inventor Louis Daguerre. En 1857 ya en el Boletín Oficial de la Provincia de Castellón se insertó una especie de parte dirigido por el que se explicaba la técnica del nuevo descubrimiento, que permitía la reproducción con el colorido natural, la multiplicación de copias y la impresión en papel desde las primitivas láminas de metal con un baño de plata. Por su parte, en el devenir de los Wamba, tanto Vicente como Jorge, segunda y tercera generación, se han puesto metafóricamente de puntillas y han vislumbrado nuevos horizontes, los secretos de la fotografía digital. Jorge se acaba de ir. ¿Habrá un futuro?