Más que una fiesta de calle o de barrio. La consagración de totes les festes de carrer, señas de identidad del pueblo castellonero. El carrer Sant Blai, revestido de tradiciones, mostró lo mejor de sí mismo, en el anual tributo a unas manifestaciones de fe, fervor y religiosidad popular.

Más aún cuando se cumple este año el 300º aniversario del copatronazgo del obispo de Sebaste sobre la ciudad de Castellón, en un protocolo que equiparaba al santo con los otros dos protectores de la ciudad: Sant Cristòfol y la Mare de Déu del Lledó.

Y en una época de prodigios, ya que 1716 fue el año también de la construcción del Ayuntamiento y del Campanario, arquitecturas toscanas, y de una nueva planta para la Concatedral de Santa María, Sant Blai era bendecido como copatrón de la ciudad.

Por ello, con el esplendor acostumbrado y desde las esencias del fervor más popular, los vecinos salieron a la calle para ensalzar a su figura más venerada, a su icono religioso al que aclaman y le muestran gratitud y respeto.

Primero, con la procesión con la imagen del santo, en un cortejo de representaciones en el que diversos colectivos festeros, cofradías, congregaciones religiosas, la reina de las fiestas, Estefanía Climent; y una delegación del Ayuntamiento de Castellón y la Banda Municipal de Música de Atzeneta desfilaron hasta la iglesia parroquial de la Santísima Trinidad, donde se oficiaría una solemne eucaristía y se reiteró la fe y la devoción al obispo de Sebaste.

Una función religiosa que contó con el acompañamiento musical del Coro Parroquial del Santo Ángel de la Vall d’Uixó, que interpretó la Misa de la Coronación Kv317, de Mozart, con la dirección de Miguel Ángel Martínez Montes.

Una participación, ademas, que fue posible gracias a la Fundación Dávalos-Fletcher, para dar mayor brillantez en una liturgia que todos los años es expresión de gran catolicidad.

‘BLAIERA D’HONOR’ // Y, tras el culto divino, y con la imagen de Sant Blai en el altar de su calle, tuvo lugar el acto de exaltació de les festes de carrer, en un ritual que todos los años marca la impronta ciudadana de unas manifestaciones que adquieren personalidad propia.

Asimismo, en esta ceremonia se nombró Blaiera d’Honor a Antonia Camús Esteve, como reconocimiento a su esfuerzo y dedicación a las tradiciones en clave de Sant Blai.

Y, por la noche, con la luz de los cirios y en el silencio urbano, la procesión de la Tornà marcó el ritmo acompasado de unas fiestas de Sant Blai que se desvanecían dejando su estela de fe en el febrero castellonense.